Singapur lo hizo, ¿y Colombia
Señor director:
Tomado del libro “El confesonario del padre Graciliano” de Rodrigo Ramírez González, regalo de mi hija Diana. El joven Juan Carlos viaja al exterior evitando afrontar una realidad que es mejor mantener en secreto: él es padre de un bebé de mujer casada mucho mayor y que normaliza el embarazo en su relación conyugal. El hijo descubrirá la verdad más tarde cuando no hay quien que le aclare su situación. Juan Carlos envía cartas a sus amigos de colegio contando sus estudios y grados. Una de ellas dice: “Acabo de encontrar el país de la utopía. En Nueva Zelanda, hay ausencia total de corrupción; es el estado más libre del mundo porque no le debe nada a nadie, ni a países ni a entidades internacionales; el respeto por los derechos humanos es norma primordial de la convivencia nacional; tiene el máximo nivel educativo del mundo y el trabajo y los trabajadores son respetados, bien remunerados, reconocidos, y valorados como eje fundamental del desarrollo. ¿Creerías que me equivoqué de país y que el que te estoy describiendo se llama Colombia?
Esto es lo que me cuestiono ahora que me preparo para regresar como profesional sin experiencia a enfrentarme a una realidad que se mueve sobre parámetros proclives a la corrupción, anquilosados, falseados, y, lo peor de todo, aparentemente irredimibles”. La corrupción en Colombia tiene su historia y se ubica esencialmente en la política.
Cómo es posible que una situación “vox populi” como lo es la reforma del Congreso (número de miembros, salarios que gravan el sistema tributario) haya sido desatendida por quienes representan al pueblo.? Un trabajador de salario mínimo requiere 3 años para igualar lo que en 1 mes gana un congresista: inequidad evidente. Salario mínimo exige salario máximo con equidad.
En Facebook vi un video sobre Singapur, 3er lugar en el índice de percepción de la corrupción después de Suiza y Nueva Zelanda. Colombia ocupa el puesto 92. 1. Se creó una oficina de investigación de prácticas corruptas donde a cada funcionario público le es revisado a milímetro su patrimonio, el de su familia y amigos. 2. Hay presunción de culpabilidad y se debe probar el origen lícito de sus bienes. 3. Hay profesionalización y rotación obligada del servicio público. 4.- Eliminación de la burocracia. Si la cárcel no detuvo el problema de la corrupción se llegó a aplicar pena de muerte, con conciencia que la apropiación indebida de bienes comunes es un delito muy grave. Se estableció la obligatoriedad de la cátedra de ética pública en colegios y universidades. Singapur lo hizo en 25 años. Colombia lo puede en menos tiempo, pero se requiere el compromiso serio estatal.
El senador Carlos Felipe Mejía escribió en “La Patria” “Esto se arregla si nadie roba”. Pero me imagino muchos políticos temerosos de hacerlo pues están implicados en la corrupción.
Alirio De Los Ríos Flórez
El calor del invierno
Señor director:
En la edición del 29 de enero salió una carta enviada a Voz del lector, en la que se cita el cuento “El grillo maestro”, de Augusto Monterroso. Es muy extraño que ese conocido escritor diga que “en tiempos muy remotos, un día de los más calurosos del invierno...”. ¿Será que allá, en ese lugar, hace tanto frío que ni calor se siente? ¿O al contrario?
De todos modos, la cita me recordó una estrofita que traía el naipe chiquito que vendían ahora años en las cacharrerías. Una de las cartas cantaba así: “Aunque pasó ya el invierno conservo el cabello cano; / ¿será que las penas mías nacieron en el verano?”
Atentamente,
Don Cecilio