Fotos | Freddy Arango | LA PATRIA
En medio del río Cauca, en el corregimiento de Arauca en Palestina (Caldas), permanecen los restos de un puente metálico del ferrocarril que la avalancha del volcán Nevado del Ruiz arrastró en 1985.
Cuarenta años después, los restos del viejo puente metálico siguen en el cauce del río Cauca, testigos del poder del Nevado del Ruiz.
Luis Alfonso Trejos, pescador de Arauca, cuenta: “Me he dedicado a la pesca desde que tengo uso de razón, prácticamente desde que nací. Ese puente que está ahí, en medio del Cauca, llegó con la avalancha del Ruiz. Antes estaba donde hoy se encuentra el puente colgante y comunicaba a Arauca con las veredas El Retiro y El 41. Cuando ocurrió la avalancha, el río lo arrancó de raíz y lo dejó ahí, donde todavía está”.
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Trejos recuerda la madrugada del 14 de noviembre de 1985. “Era la una de la mañana y un señor andaba con un micrófono diciendo que estuviéramos alerta, que el Cauca podía crecerse porque venía una avalancha más arriba”.
Explica que el río se desbordó: “De aquí para abajo, el Cauca se creció cuando el Chinchiná desembocó en él, y justo aquí en El Retiro es donde se juntan los dos ríos”.

Vista aérea de la vereda El Retiro, donde se observa el río Chinchiná en su desembocadura en el río Cauca y el puente colgante que reemplazó al antiguo puente de hierro, arrastrado por la avalancha de 1985.
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El profesor Jaime Castañeda, docente del colegio rural Francisco José de Caldas, de Risaralda, tenía cinco años cuando ocurrió la tragedia. “Nací en la vereda Bebedero, cerca de El Retiro, donde el Chinchiná desemboca en el Cauca. Ese día teníamos un paseo con la profesora Marta Rodas, pero amaneció todo gris por la ceniza, los carros cubiertos, el Cauca crecido y el Chinchiná desbordado”.
Recuerda que sus padres lo llevaron a ver los efectos del desastre. “Vimos cómo, por volquetadas, traían restos de cuerpos hasta Arauca. Esas imágenes quedaron en la memoria y en las fotografías de muchos de nosotros”.

Luis Alfonso Trejos, pescador de Arauca, baja con frecuencia hasta las ruinas del puente y ha visto cómo, durante cuatro décadas, la estructura ha sido desvalijada por el tiempo y por los dueños de lo ajeno.
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La avalancha recorrió los municipios de Villamaría, Chinchiná y Palestina y arrastró el puente del antiguo ferrocarril, desplazándolo un kilómetro río abajo. Hoy, los restos siguen en el lecho del Cauca.
“Ha estado ahí, quieto, donde la corriente lo dejó”, dice Trejos mientras lanza su anzuelo.
Según registros de LA PATRIA de 1985, en Caldas hubo cerca de tres mil víctimas. En Arauca, el puente permanece como huella de aquel 13 de noviembre.

“Por acá no hubo daños grandes, aunque el agua sí llegó hasta la carrilera. Pero gracias a Dios no pasó a mayores”, recapitula Trejos.
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Piedras y troncos arrastrados por la corriente del río Cauca quedaron atrapados entre los hierros retorcidos de los vestigios del puente.
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