Este viernes 12 de septiembre se discutirá en la Asamblea un tema que está en boga: quién quedará a cargo de las vías de la actual Autopista del Café y las tarifas de peaje que debemos pagar. Esto, me motivó a dedicar estas líneas para consignar mi apreciación, basado en el análisis de estudiosos del tema.
Lo primero que quiero aclarar es que soy pro concesión. Es decir, considero que dicho modelo no solo garantiza el mantenimiento de las vías sino también la infraestructura que se requiere para el desarrollo, ya que como lo he manifestado en varias ocasiones, el Estado no es un buen administrador y en la coyuntura actual carece de recursos para esta inversión.
Durante los cerca de 30 años que lleva el modelo de concesión en Caldas, se ha tenido un trato inequitativo con nuestro departamento. Desde ningún punto de vista es razonable que existan tres peajes que afectan la competitividad de 14 municipios, encierran a Chinchiná y restringen las posibilidades de desarrollo de zonas como el Kilómetro 41, Las Margaritas y Neira.
Con la visita del presidente Gustavo Petro, sus declaraciones populistas y el oportunismo de algunos dirigentes, se está confundiendo a los ciudadanos haciéndonos creer que la eliminación de la concesión vendrá acompañada de unas vías sin peaje. Nada más lejos de la realidad.
Lo que realmente pasaría con la eliminación de la concesión es que se mantendrían los peajes, los recursos del recaudo se irían al barril sin fondo del Gobierno Nacional y en pocos años las vías estarán deterioradas y sin obras nuevas que nos garantice la movilidad a 30 años. Es decir, perdemos los ciudadanos, los transportadores, empresarios y la competitividad de Caldas; ojalá los incautos no coman tanto cuento del populismo.
Cabe anotar, que los problemas que ha tenido la actual concesión que está en el Eje Cafetero, responden en esencia a la ineficiencia e irresponsabilidad del Estado, que en el caso de Autopistas del Café permitió que se llevaran a cabo más de 30 modificaciones al contrato, se concentraran los peajes en el Área Metropolitana del Centrosur, no se hicieran las obras prometidas; todo ello, bajo el silencio de una ciudadanía que no ha tenido el liderazgo necesario para conformar unas veedurías que defiendan los intereses de nuestro territorio.
Es el momento para que la dirigencia de Caldas se concentre en estructurar alternativas técnicas que sustituyan la actual propuesta de la IP Conexión Centro por una que genere desarrollo, mejore la calidad de vida, permita la participación de inversionistas, empresarios caldenses y del Eje Cafetero, y establezca unos parámetros con un trato equitativo y tarifas justas para los tres departamentos, de tal modo que no se vea afectada su competitividad.
Caldas solo necesita peajes interdepartamentales, con tarifas calculadas conforme a la ley e inversión equitativa de acuerdo con el recaudo. Pero, además, una adecuada concertación entre la Nación y los departamentos para la definición de las inversiones a ejecutar, respetando la autonomía territorial.
No es el momento del populismo ni las peleas internas, es la hora de convocar un gran acuerdo y compromiso para que todos los caldenses, con un trabajo en equipo, diligente y técnico, garanticemos la materialización de la mejor concesión para Caldas. ¡No más conformismo con lo que nos dan, exijamos lo que nos corresponde y construyamos nuestro futuro!