Salud

Foto | www.freepik.es | LA PATRIA | Las mujeres pueden desarrollar esta condición, que afecta su relacionamiento.

 

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La incontinencia urinaria es una condición de salud pública que afecta a millones de mujeres en el mundo (también a hombres) y que, a pesar de su alta incidencia, continúa rodeada de silencio y vergüenza. En Colombia, se estima que una de cada tres mujeres mayores de 35 años convive con pérdidas de orina, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). 

Para muchas, el impacto va más allá de lo físico: limita actividades sociales, deportivas y laborales, e incluso puede afectar la autoestima y la confianza. A nivel global, la International Continence Society estima que más de 400 millones de personas viven con esta condición, lo que dimensiona la magnitud de un problema históricamente invisibilizado.

Hablar abiertamente de esta realidad es fundamental para reducir los riesgos asociados y derribar los prejuicios que la rodean. La incontinencia no discrimina edad ni estilo de vida; puede presentarse en mujeres jóvenes después de un parto, durante la menopausia por los cambios hormonales o en la edad adulta avanzada como consecuencia del desgaste del suelo pélvico. 

Según la Sociedad Colombiana de Urología, el 75% de los casos en mujeres están directamente relacionados con embarazos, menopausia y antecedentes genéticos (SCU, 2022). Otros factores como la obesidad, las enfermedades crónicas y ciertos hábitos de vida también pueden aumentar la probabilidad de que se presente.

 

Desvirtuando creencias

El desconocimiento, sin embargo, alimenta creencias equivocadas que refuerzan el estigma y retrasan la búsqueda de soluciones. Entre los mitos más comunes destacan:

 

- “Solo les pasa a las mujeres mayores”: falso.

En realidad puede presentarse desde los 20 o 30 años, especialmente, después de embarazos o partos.

 

- “Es normal y no tiene tratamiento”: falso.

Existen ejercicios de suelo pélvico, terapias y productos especializados que ayudan a manejar la condición.

 

- “Los protectores femeninos convencionales sirven igual”: falso.

No ofrecen la absorción ni el control de olores necesarios, lo que aumenta el riesgo de irritaciones o infecciones.

 

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La pena que produce

No tratar la incontinencia de manera adecuada puede tener consecuencias adicionales. El aislamiento social, la reducción de la actividad física y los efectos negativos en la salud emocional son apenas algunas de ellas. Muchas mujeres reducen su participación en actividades cotidianas por temor a accidentes, lo que limita su calidad de vida.

“La incontinencia urinaria no debe vivirse en silencio. Muchas veces, por desconocimiento o por vergüenza, las mujeres optan por esconder el problema en lugar de consultarlo. Eso incrementa los riesgos físicos y emocionales”, dijo Diana Vahos, jefa de Capacitación de TENA.

Ella mencionó que hablar de esta condición es hablar de salud y de bienestar y que acudir a un profesional de confianza es el primer paso para recibir orientación adecuada, recuperar la seguridad y derribar los tabúes que aún persisten en torno al tema.

“Nuestro compromiso no es solo ofrecer productos especializados, sino también abrir un diálogo transparente que permita hablar de la incontinencia sin prejuicios. Sabemos que cuando las mujeres tienen acceso a información clara y a soluciones adecuadas, pueden recuperar su seguridad, su libertad y su calidad de vida”, señaló Julián Mora, director de Mercadeo y Cuidado Personal.

 

Busque ayuda especializada

Las pérdidas de orina no deben vivirse en secreto. Busque ayuda médica, en el menor tiempo posible.

 

* Con información de Essity, compañía global en higiene y salud.

 


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