 
        Fotos I Cortesía para LA PATRIA
Ella es la manizaleña Paula Andrea López López , quien es la actual rectora de la Universidad Central. Antes de llegar a ese cargo estudió en colegios y en una universidad de Manizales.
Esta es parte de una secuencia de vida, trayectoria y logros. Paula Andrea López López nació en Manizales. Estudió la primaria en el Liceo Arquidiocesano de Nuestra Señora (LANS) y el bachillerato en el Colegio San Luis Gonzaga. Se graduó en Administración de Empresas de la Universidad Nacional de Colombia, sede Manizales (maestría con la misma institución). Su actualidad: rectora de la Universidad Central con sede en Bogotá. Reconocimiento reciente: premio Galardones Gacetas de Colombia con la estatuilla La bailarina del poder.
 
LA PATRIA habló con la manizaleña Paula Andrea López, rectora de la Universidad Central:
 
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¿Qué le dejó Manizales para su vida?
Manizales me enseñó a ver la vida con una perspectiva más amplia, tanto en lo humano como en lo espiritual. Me enseñó a caminar con firmeza, incluso cuando el camino es empinado, y a tener paciencia cuando la niebla no deja ver con claridad. Me regaló valores que siguen conmigo: la entrega, la rectitud, la importancia de la palabra, el compromiso con el otro y una profunda sensibilidad hacia la educación y la cultura como motores de cambio. Pero sobre todo, me dejó una familia excepcional que me enseñó el valor del amor, del cuidado y la unión; amigos entrañables que me mostraron lo que es crecer acompañada; y mi primer amor, con quien descubrí la intensidad de los afectos. De Manizales aprendí que el amor —en todas sus formas— es lo que da sentido a la vida y que la calidez humana puede llevarse como brújula emocional a cualquier lugar del mundo.
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¿Qué recuerda del aporte para su profesión de la Universidad Nacional, sede Manizales?
La Universidad Nacional, sede Manizales, fue decisiva para construir mi identidad profesional. Con la formación recibida entendí que la administración no se limita a la gestión de procesos o recursos, sino que es, ante todo, liderazgo de personas. Y liderar personas exige empatía, escucha, visión ética y capacidad de inspirar desde el ejemplo. Fue también el espacio donde se afianzó mi vocación docente gracias a profesores que me inspiraron y marcaron mi camino por su calidad humana y académica, por quienes descubrí que la educación era mi vocación. Esa experiencia me conectó con el deseo profundo de formar profesionales con conciencia social, de contribuir al desarrollo colectivo y de relacionarme con el conocimiento desde la reflexión crítica y el compromiso con la mejora de nuestro entorno.
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Con el premio Galardones Gacetas de Colombia le entregaron la estatuilla La bailarina del poder. ¿El nombre de esa estatuilla refleja algo de su personalidad?
Más que un reflejo de mi personalidad, creo que La bailarina del poder es un símbolo profundo de lo que significa liderar. Porque liderar —como bailar— exige equilibrio: entre la vida personal y la profesional, entre la reflexión y la acción, entre el bienestar individual y el bien colectivo, entre servir y tomar decisiones que, muchas veces, son difíciles e impopulares. Liderar significa armonizar fuerzas, mantenerse firme aun en los momentos de mayor vulnerabilidad, avanzar con disciplina, precisión y una enorme perseverancia. Y, como en la danza, hay belleza en el esfuerzo: momentos de profunda satisfacción, de orgullo compartido, de propósito cumplido. Finalmente, considero que los cargos de liderazgo más que representar poder, implican un alto grado de compromiso y responsabilidad con un proyecto colectivo.
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¿Cuál considera que es el poder transformador de la educación?
Creo que la educación es, sin duda, una herramienta sumamente poderosa, tiene la capacidad de llevarnos a desarrollar nuestro potencial intelectual, transformarnos como individuos y convertirnos en agentes de cambio. Nos permite construir soluciones que mejoran las condiciones de vida de las comunidades y acceder a mejores oportunidades laborales, económicas y sociales, contribuyendo así a reducir la inequidad, la exclusión y la pobreza. Pero el verdadero valor de la educación va mucho más allá de la formación disciplinar o profesional. Es la base para que cada persona pueda construir un proyecto de vida, descubrir su vocación, desarrollar su pensamiento crítico y convertirse en un mejor ser humano. Nos forma no solo para el trabajo, sino para la convivencia, la participación ciudadana, el cuidado del otro y la comprensión del mundo desde múltiples perspectivas. Para cumplir esa misión, la educación debe ser accesible, pertinente, de calidad y capaz de adaptarse a los desafíos del mundo contemporáneo.

Foto I Cortesía para LA PATRIA. Paula Andrea López, con miembros de la comunidad de la Universidad Central.
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¿Qué es eso femenino que marca la diferencia en cargos como una rectoría, por ejemplo?
Ser mujer y liderar en Colombia no es un camino sencillo. Implica romper esquemas, desafiar estereotipos y construir legitimidad en espacios donde históricamente no hemos estado. Llegar a la Rectoría de la Universidad Central ha sido, sin duda, uno de los mayores retos de mi vida. Por primera vez en la historia de la Institución, el liderazgo recaía en una mujer. Y aunque eso es motivo de orgullo, también representa una enorme responsabilidad: no se trata solo de ejercer el cargo, sino de hacerlo con excelencia, visión y compromiso, abriendo camino para que muchas más mujeres puedan acceder, sin barreras, a espacios de decisión y dirección.
Las mujeres solemos liderar con empatía, con escucha activa, con determinación, pero también con un profundo reconocimiento del otro.
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¿Qué es eso que las moviliza?
Nos moviliza el sentido de lo colectivo, el cuidado del entorno, la capacidad de tejer acuerdos desde la diferencia y el deseo de transformar sin perder la
sensibilidad. El liderazgo femenino no se basa en la imposición, sino en la conexión; no en el protagonismo individual, sino en el propósito compartido. Para mí, la diferencia se expresa en hacer del liderazgo un acto de transformación y de servicio a los demás.
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¿Cuál ve como la gran fortaleza de la educación superior en Colombia? Pienso que una de las grandes fortalezas de la educación superior en Colombia es su modelo mixto, establecido por la Ley 30 de 1992, que ha permitido la articulación entre universidades públicas y privadas para avanzar, de manera conjunta, en la formación de los colombianos. Según cifras del SNIES (2023), el sistema atiende a más de 2,4 millones de estudiantes, con una participación de cerca de 1.200.000 que cursan sus estudios en instituciones privadas, lo que evidencia el compromiso compartido en términos de cobertura y acceso.
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¿Le añade usted lo de la calidad?
Sí. A este esfuerzo se suma el fortalecimiento del Sistema de Aseguramiento de la Calidad, que ha sido un motor clave para la transformación del sistema. Gracias a él, se han logrado avances significativos en formación docente, innovación pedagógica, desarrollo investigativo y articulación con el sector productivo, lo cual contribuye a mejorar la pertinencia y la empleabilidad de los egresados.
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¿Cómo ve las universidades en oferta académica?
También destaco la capacidad de adaptación del sistema a través de la diversificación de su oferta académica. Las universidades colombianas hemos incorporado nuevos campos de formación, adoptado modalidades flexibles como la educación virtual y actualizado nuestros programas en función de los cambios del entorno, la evolución de las profesiones y los avances tecnológicos.
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¿Y cuál como la gran falencia?
Si bien la educación superior en Colombia ha avanzado en cobertura y diversificación, persisten falencias estructurales que requieren atención urgente. Una de las más críticas es la brecha en la transición entre la educación media y la universidad. Según el Laboratorio de Economía de la Educación, solo 4 de cada 10 jóvenes acceden directamente a la educación
superior tras culminar el bachillerato. Este panorama nos recuerda que todavía enfrentamos desafíos significativos en materia de acceso, y que solo al superarlos podremos asegurar una formación inclusiva, justa y verdaderamente transformadora.
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Habla usted de dificultades económicas para estas instituciones...
Otro gran desafío es la sostenibilidad financiera de muchas instituciones de educación superior. Desde 2018 se ha registrado una desaceleración en las matrículas, particularmente en programas presenciales, lo que impacta directamente en los ingresos operativos de las universidades, dado que la mayoría dependen en gran medida del pago por matrícula, y esta situación puede representar un riesgo para la continuidad. A ello se suma la limitada oferta de opciones de financiación para estudiantes de estratos bajos, dada la limitación de los créditos educativos, las altas tasas de interés y la disminución de alternativas a largo plazo por parte del Icetex, que no solo dificultan el acceso, sino también la permanencia y el éxito académico.
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¿Qué deben hacer las universidades para dar más pasos en la educación remota, sin descuidar la cobertura presencial?
Aunque los procesos educativos formales involucran múltiples actores y
dimensiones, las universidades tenemos hoy la responsabilidad de adaptar nuestros modelos pedagógicos de forma intencional tanto para la presencialidad como para formación remota y la modalidad virtual. Este proceso es esencial para garantizar que la experiencia formativa para el
estudiante sea igualmente enriquecedora, inclusiva y rigurosa, sin que ninguna modalidad comprometa la calidad educativa. La educación virtual, en particular, exige repensar el diseño curricular, fortalecer el acompañamiento al estudiante y crear ambientes digitales que fomenten la autonomía, la interacción y el aprendizaje significativo. Para lograrlo, uno de los pilares es la formación continua de los docentes.
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En ese sentido, ¿cuál sería el aporte de las U. en la formación para profesores?
Las instituciones de educación estamos llamadas a ofrecer programas de actualización pedagógica y tecnológica que les permita a nuestros docentes diseñar experiencias educativas interactivas, pertinentes y centradas en el estudiante. La docencia virtual requiere nuevas competencias, y acompañar a los profesores en ese tránsito es una responsabilidad institucional indelegable. Otro aspecto muy importante es contar con modelos de evaluación sólidos, adaptados a los entornos virtuales y remotos, pero que también puedan dialogar con la presencialidad. Estos modelos deben ser integrales, capaces de valorar no solo los aprendizajes, sino también el desempeño docente y la efectividad de las plataformas y herramientas utilizadas. De hecho, las lecciones aprendidas en la virtualidad pueden enriquecer la educación presencial: aportar nuevas metodologías, desafíar sus límites tradicionales y abrir caminos para su renovación continua.
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¿Cree que el Gobierno nacional actual ha desconocido el papel de las universidades privadas?
Creo que es importante recordar que el sistema educativo colombiano es mixto, como lo establece la Ley 30 de 1992, que reconoce y regula tanto a las universidades públicas como privadas. En ese marco, las universidades privadas han desempeñado —y siguen desempeñando— un papel fundamental en la ampliación del acceso a la educación superior, en la diversificación de la oferta académica y en el fortalecimiento de la calidad del sistema en su conjunto. Sin embargo, algunas decisiones y pronunciamientos recientes por parte del Gobierno nacional han
tendido a invisibilizar ese rol. Si bien es positivo y necesario fortalecer la financiación de la educación pública, el debilitamiento progresivo de mecanismos como los créditos del Icetex ha afectado directamente el acceso de miles de jóvenes de estratos 2 y 3 a instituciones privadas, desconociendo
el aporte histórico de estas universidades al desarrollo del país. La educación privada no debe entenderse como contraria al interés público; compartimos un mismo propósito: educar con calidad, pertinencia y compromiso social.
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¿Cuál es su llamado al Gobierno?
Mi llamado al Gobierno es a superar las dicotomías entre lo público y lo privado, y construir una política educativa incluyente, pertinente y sostenible. La educación superior no puede ser entendida desde la fragmentación, sino desde la corresponsabilidad. Estamos dispuestos a sumar, a aportar
desde nuestra experiencia institucional y a construir, de manera conjunta, soluciones que garanticen una mejor educación para nuestros jóvenes y que respondan a los desafíos de la Colombia de hoy.
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¿Cuáles son sus logros en la Universidad Central?

Foto I Cortesía para LA PATRIA. Paula Andrea López, con su grupo de trabajo de la Rectoría en la U. Central.
Quisiera comenzar destacando un logro académico muy importante para mí, que fue la creación de la Maestría en Gestión de Organizaciones y poder entregar el título a los primeros egresados en el año 2014. No obstante, uno de los desafíos y de los logros de mayor impacto de mi carrera fue liderar el proceso que permitió la estabilidad financiera de la Universidad Central en un momento en el que los efectos de la crisis que ha venido experimentando el sector de la educación superior se sumaron a las fuertes implicaciones económicas y sociales del periodo de pandemia y pospandemia (2020-2023). Este contexto nos exigió tomar decisiones difíciles, que hoy reconocemos como necesarias y que nos condujeron, gracias al esfuerzo colectivo, a un buen puerto. Actualmente, la Universidad Central goza de condiciones de solidez académica y financiera que nos permiten mirar con optimismo hacia el futuro.
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¿Cuáles son algunos propósitos suyos con la Universidad?
Por ello, uno de mis principales objetivos es avanzar de manera decidida y estratégica hacia el crecimiento y la expansión proyectados en nuestro Plan de Consolidación y Crecimiento (PCC). Esto implica ampliar nuestra presencia en Bogotá, Cundinamarca y otras regiones del país, con una oferta formativa —presencial y virtual— pertinente, asequible y de alta calidad Asimismo, un objetivo prioritario es garantizar la implementación exitosa de los proyectos estratégicos que nos conducirán a consolidarnos como una universidad digital, donde todos los procesos y servicios académicos y administrativos estén optimizados y gestionados de forma más eficiente gracias a la tecnología. Cabe resaltar que todo este camino solo es posible con una visión a 2030, profundamente humana: Una universidad centrada en las personas, en su bienestar y en su proyecto de vida. Por eso, uno de mis principales objetivos es trabajar con y para las personas, así como fortalecer el vínculo y la labor conjunta con los profesores, pues son ellos quienes, finalmente, materializan a través de su quehacer la Misión de nuestra Institución.
Cargos ocupados por Paula
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En 1999 fue asesora de la Cámara de Comercio de Manizales con un proyecto de empresas exportadoras de la región.
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En el 2000 coordinó el proyecto Proexport sobre inteligencia de mercados
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Entre 2003 y 2004 investigó sistemas de información y tecnologías informáticas en universidades públicas colombianas del Centro de Investigaciones para el Desarrollo (CID) de la Universidad Nacional de Colombia.
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A partir del 2006 fue docente de pregrado y posgrado en la Universidad Nacional de Colombia (sede Manizales y Bogotá), la Universidad Sergio Arboleda y la Universidad Central, en las áreas de gestión empresarial, estrategia y organizaciones.
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Entre 2011 y 2015 estuvó a la cabeza del entonces Departamento de Administración de Empresas de la Universidad Central, donde gestionó los procesos de rediseño curricular del programa, renovación de registro calificado, autoevaluación con fines de acreditación de Alta de Calidad y lideré la creación de la Maestría en Gestión de Organizaciones.
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Entre 2015 y 2019 asumió la Dirección Administrativa de la Universidad Central, liderando el proyecto UC Verde (2017-2019) y en 2020, año de la pandemia, asumió el cargo de vicerrectora administrativa y financiera.
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En noviembre del 2023 fue designada por el Consejo Superior como rectora, cargo que asume desde el 25 de enero de 2024.
Paula Andrea López, en frases
Algunos recuerdos Manizales
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“Tengo muchos recuerdos de mi Manizales del alma, lo que hace difícil elegir solo algunos. Pero si hay algo claro, es que allí fui profundamente feliz. Manizales representa para mí el origen de una sensibilidad profunda hacia la cultura, la palabra y la educación”.
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“Recuerdo con frecuencia sus paisajes, sus atardeceres, mi bella familia, mis amigos… todo aquello que hizo parte de lo que soy hoy. Aunque ahora estoy lejos, llevo conmigo una visión manizaleña de la vida: resiliente, reflexiva y cálida. Fue el lugar donde aprendí a mirar el mundo desde la montaña,
con serenidad y firmeza”.
Algunos objetivos personales :
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“Uno de mis principales objetivos profesionales es seguir creciendo como educadora y como una líder que cree profundamente en el poder transformador de la educación...”.
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“... Pero también tengo propósitos personales que habitan lo cotidiano, lo íntimo y lo esencial: seguir cultivando mi rol de madre y nutrir los diferentes roles de mi vida personal, por ello cuido los vínculos que me sostienen”.
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“Día a día me levanto con el propósito de ser coherente entre lo que pienso, lo que siento y lo que hago. Busco vivir con propósito, con amor, con tiempo para los afectos y con la certeza de que liderar también implica cuidar, acompañar y escuchar. Procuro un equilibrio entre mi vida personal y profesional, porque creo que solo desde esa armonía, puedo aportar de manera genuina en todos mis roles”.
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“Desde mi posición como rectora de la Universidad Central, tengo el compromiso de fortalecer una institución centrada en las personas, comprometida con la excelencia, y dedicada a la formación de profesionales y ciudadanos que contribuyan a la construcción de una sociedad más justa y solidaria, donde todos podamos ser felices”.
 
		 
		 
	 
	 
	 
	 
	