Salud

Foto | Freddy Arango | LA PATRIA // Carolina Cardona López asegura que el diagnóstico temprano de su cáncer, le permitió un tratamiento que hoy la tiene con vida.


 

Carolina Cardona López, hoy con 44 años, estaba viendo televisión en abril de 2024, cuando se pasó una mano por su mama izquierda y se sintió una "bolita" que, aunque pequeña, llamó su atención.

Así comenzó su historia con el cáncer de mama, por el que está en remisión. Espera que, en el menor tiempo posible, su caso pueda contarse en pasado. Es que está, a partir de su experiencia, desarrollando una aplicación para celular que ayudará a otras pacientes a superar los momentos más duros de la enfermedad.

Hoy, 19 de octubre, Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer de Mama, comparte su historia con los lectores de LA PATRIA para mostrar que sí es posible superar la condición, si esta se detecta a tiempo.

La comunicadora social de profesión y madre de dos hijos aseguró que estar atentas a las señales que da el cuerpo y a los controles periódicos, hace la diferencia entre la vida y la muerte.

Confirmación del camino que debía transitar

"Escuchar el diagnóstico fue duro, de mucho miedo, de bastante incertidumbre. No quiero romantizar una enfermedad tan dura como es el cáncer, porque sé lo que duele, lo que asusta, lo que te confronta con lo que eres y con lo que temes. Pero yo elegí ver el vaso medio lleno, no medio vacío. Elegí ver el filtro de lo que me estaba pasando con amor, esperanza y optimismo", subrayó.

 

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Esa pequeña señal inicial que le dio su organismo se le hizo muy extraña, pues desapareció en la noche. Además, en noviembre de 2023, se había hecho una mamografía y una ecografía de rutina y todo había salido bien. Se las hacía con frecuencia, pues una tía suya padeció esta enfermedad.

Después de palparse esa protuberancia, decidió buscar ayuda médica en el menor tiempo posible: "Cuando me hicieron de nuevo la ecografía apareció algo que no le gustó al médico, fuimos a biopsia y resultó que sí era cáncer. Gracias a Dios eran lesiones pequeñas".

Ella agregó: "Uno no debe subvalorar ningún síntoma ni dejar a un lado cualquier señal del cuerpo, por pequeña que sea. Puede que no haya nada, pero es importante un diagnóstico temprano como el mío. Eso hace la diferencia entre la enfermedad y la sanación".

Luego le hicieron otros estudios para determinar el tipo de cáncer: el de ella era "positivo para receptores de estrógeno y progesterona". Para su fortuna estaba en la primera etapa. De ese tiempo hasta acá, ya ha pasado por múltiples abordajes.

"Todo el tratamiento ha sido muy completo y una bendición. Terminé toda la quimioterapia el 18 de diciembre pasado. En enero tuve cirugía y este abril terminé 16 radioterapias. Actualmente estoy en bloqueo hormonal, un proceso que dura varios años".

 

Con apoyo, crucial

En el proceso, Carolina se cortó el cabello para no perderlo. Ella decidió retirárselo más que por estética: lo hizo como un recordatorio de que es diferente. Dijo que el cáncer cambia la vida, pero cada quien decide qué rumbo darle.

"Mi hijo menor, Miguel, lloró al principio, no quería verme sin cabello, pero después me dijo que me veía hermosa. El mayor, Esteban, no quiso mirarme al inicio, pero al día siguiente me dijo 'mamá, te ves hermosa. Eres mi mamá así no tengas cabello'. También me quedé sin cejas, pero me sentía liberada. Fue una lección de humildad y aceptación”.

Miguel tenía 6 años y Esteban, 12; cuando la diagnosticaron. Ellos y su esposo, Johnny Tamayo, fueron su motivación, su guía y soporte, ese aliento que cada día la llevó a no desfallecer.

 

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"Tener cáncer de mama es duro, pero es más difícil ser mamá con cáncer. Lo primero que piensas es en tus hijos. Amo profundamente a mi esposo y a mis padres, pero pensar en los niños fue lo más fuerte. No cambiaría nada de lo que viví. Hubo angustia y hubo muchos días buenos".

Para Carolina el cáncer no solo fue o es físico, también tiene una dimensión emocional, familiar y espiritual. Agradeció también a familiares y amigos, que fueron cuidadores esenciales: "Ellos también viven la enfermedad, desde el silencio, la paciencia y la fe. También necesitan abrazos y palabras de aliento", dijo.

 

A futuro

Carolina está llena de planes y expectativas, incluso de visualiza a 10 años sirviendo a quienes les toca la enfermedad. Quiere apoyarse en su carrera universitaria para darle un propósito a todo esto.

"Cuando recibí el diagnóstico no le pregunté a Dios 'por qué', sino 'para qué'. Eso me dio propósito y enfoque. Siento que mi voz puede ayudar a otras mujeres. Es normal sentir miedo e incertidumbre, pero sí se puede. Hay luz detrás de la niebla".

Ella concluyó: "No se rindan, busquen el lado positivo, rían, sean felices. Hay belleza incluso en los lugares menos esperados. ¡Sean comprometidas con el tratamiento! El cuidado debe ser integral: cuerpo, mente y alma. Cuiden los pensamientos y emociones y rodéense de amor y apoyo familiar".

 

Agradecida

Carolina agradeció a los distintos profesionales de la salud y áreas afines que han tenido que ver en su proceso. También al SES Hospital Universitario de Caldas donde le hicieron distintas intervenciones.

 


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