Iván Duque Márquez, expresidente de Colombia.

Iván Duque Márquez, expresidente de Colombia, y autor del libro Fuerza y verdad. Foto/ Efe / LA PATRIA

No se podía desaprovechar la oportunidad de conversar con Iván Duque Márquez para preguntarles de temas de coyuntura nacional, al ofrecer una entrevista sobre su nuevo libro Fuerza y verdad, que presentó esta semana en Bogotá.

Accedió sin problemas a hablar de otros temas, que recogemos en esta entrevista.

Iván Duque habla de Miguel Uribe y menciona que no había contado esto antes

- Tengo que preguntarle esto, ya que se da la oportunidad. Yo veía a Miguel Uribe y se me parecía mucho al Iván Duque senador de la República, confrontativo, que decía las cosas de frente, que arriesgaba y que por eso se ganó un liderazgo en el Centro Democrático que lo llevó a la Presidencia. ¿Se ha visto retratado en lo que vive Miguel Uribe?

Fernando, la verdad, nunca me habían hecho esta pregunta de la forma como la has planteado y la respuesta es sí. A mí me ha golpeado mucho todo esto porque hay muchas razones, desde lo personal, lo familiar.

Hay cosas que yo no he transmitido, pero hubo una amistad muy cercana de mi madre con Diana Turbay. Mi madre fue la madrina de matrimonio de Diana Turbay y Miguel Uribe, y era de las amigas del alma de mi madre. Y Diana fue asesinada un 25 de enero, el día del cumpleaños de mi mamá.

En ese momento yo era sustancialmente más grande, Miguel era un niño, yo ya estaba en la adolescencia y a mí me tocó mucho esa tragedia. Entonces, como que desde ese momento siempre vi con unos ojos de admiración y de resiliencia lo que era el proceso de crecimiento de ese joven que después se convierte en un importante líder político del país y una promisoria figura de la política. Entonces, desde el lado familiar a mí me golpeó mucho esto.

Desde el lado personal, he tenido con Miguel siempre una muy buena relación y le he tenido inmensa admiración a la forma como él ejerce la política, porque él cree en la fuerza de las ideas, pero también en el respeto a las personas. Hace una política con fuerza, con vehemencia, pero al mismo tiempo con decencia. Entonces, ver que una persona joven que está haciendo esa carrera brillante, que brilla en el Senado y de pronto tiene que vivir esta tragedia es algo que a mí también me estremece. 

Y algo que de pronto nunca he comentado: Cuando Miguel llegó al Senado, en alguna conversación yo le dije, le voy a dar un regalo y le entregué una caja con todos los debates que yo hice en el Senado de la República, en la Comisión Tercera con todas las presentaciones, porque verlo llegar a la misma Comisión y ver que compartíamos ideas en común -y que compartimos ideas en común porque además creo en la posibilidad del milagro de su recuperación-, le entregué eso y lo hice como diciéndole:  continúe este trabajo tan importante que hay que seguir haciendo desde el Congreso de la República.

Y si usted se da cuenta en varias entrevistas a lo largo de los últimos tres años yo siempre he dicho que la candidatura del partido -Centro Democrático- iba a estar disputada entre él y Paloma Valencia. Esto a mí me ha golpeado, me ha generado también muchos cuestionamientos sobre la violencia en la política, pero tengo la ilusión, Fernando, de que él se va a recuperar, tengo el anhelo de que se vaya a recuperar. Le pido a Dios que él se recupere y que ojalá pueda retomar esa carrera brillante que venía desarrollando no solamente por él, sino por el bien del país

- Ojalá así sea, porque creo que muchos sentimos que estábamos repitiendo el 89, el 90, ¿no? 

Sí, sí, de hecho en la última columna que yo escribí para el diario El Debate, en España, que la llamé El púlpito del odio, lo hice porque si bien aquí hay una conversación sobre los autores materiales, el Costeño, la señora que entrega el arma, de todos los delincuentes, hay algo todavía más complejo, ¿no? Y es el entorno en el cual esto se produce, porque estamos en una sociedad donde el púlpito presidencial que, según nuestra Carta Política debe ser el símbolo de la unidad nacional, pareciera que el púlpito presidencial se convirtió en el púlpito del odio, y que desde ese púlpito lo que se quiere es fracturar a Colombia y no unirla. 

Entonces sí creo que se le ha hecho un daño muy grande cuando 48 horas antes del atentado, está Petro lanzándole diatribas a través de las redes sociales, donde aparecen decenas de mensajes en las cuentas de X, de él atacando a Miguel Uribe, pues eso solamente muestra la gravedad de exacerbar y promover el odio.

El que debe empezar a dar ejemplo de bajar el tono es el Gobierno: Iván Duque

- Usted en su cargo en la Casa de Nariño, como es debido y le corresponde a cada presidente recibió el palo debido de críticos, de detractores y de opositores, en unos tiempos además convulsos. ¿Usted cómo cree que podría ayudarse a bajarle al tonito?

Yo creo, Fernando, que hay que tener mucho cuidado también en las narrativas y en las falsas narrativas. Porque si caemos en las falsas narrativas, terminamos de pronto justificando unas cosas que son injustificables. 

¿Y a qué me refiero? Es que el tonito no es un tonito de la sociedad contra el Gobierno o contra el presidente. Es que el que tiene que desescalar el tonito y la actitud es el presidente. Porque ahí es donde están empezando los problemas. A mí me podrán criticar muchísimas cosas, pero nunca utilicé el púlpito de la Presidencia para hacerle ataques personales a ningún contradictor político. Ni a ningún director de medios de comunicación. Ni a ningún empresario.

Y uno es consciente del poder presidencial. El presidente tiene la capacidad de quebrar una empresa con un decreto, si es que lo que lo guían son los odios. Y puede limitar los derechos de muchas personas con un decreto si lo que lo guían son los odios. Y puede intimidar desde el poder presidencial.

Lo que significa la grandeza de gobernar es, aparte de los límites que fija la Constitución y la ley, uno mismo tiene que tener los límites muy claros. Y eso implica la forma en la que uno se refiere a sus contradictores, la forma en la que uno se refiere a las situaciones.

Entonces, el que lleva tres años acusando de narcotraficantes, violadores, asesinos, a todos sus contradictores es él. Entonces de pronto de la nada dice: no, bajémosle al tono, a ver qué hacemos todos para bajar al tono. Yo nunca vi a Miguel Uribe lanzarle acusaciones temerarias a Petro. Yo nunca he visto a los medios de comunicación lanzar acusaciones con epítetos temerarios. Puede que hagan juicios de valor, que serán siempre discutibles. Pero es que el nivel de agresividad en el cual estamos ha partido, porque desde el 7 de agosto del año 2022 el presidente, en su actitud de gobernar, no le interesa ser un símbolo de la unidad nacional. Le interesa ser un símbolo de la fractura nacional donde, pese a haber ganado por un estrecho margen electoral, quiere imponerle al país sus caprichos, sus prejuicios, y sobre todo todos los apegos ideológicos que tiene. Así no se gobierna una nación. Entonces, que la sociedad tiene que buscar acuerdos. Claro que sí. ¿Y dónde se buscan? En el Congreso, en los foros de discusión, con el sector privado. Pero es que aquí los únicos acuerdos que al Gobierno le sirven son los contratos por adhesión, donde todo el mundo tiene que de manera sumisa decir, listo, lo que usted diga, señor emperador. No, señor. 

Sí creo que todos los colombianos tenemos que contribuir a pensar en Colombia primero, a empujar el país para adelante, pero lo que sí no podemos es caer ahora en la falsa narrativa de que es que todos tenemos que desescalar el lenguaje cuando el que está empleando el lenguaje violento, el lenguaje sectario, el lenguaje difamatorio, y de manera impune, porque no hay ningún mecanismo para hacer frente a ese tipo de ejercicio negativo del poder, entonces, el victimizarse y decir, sentémonos todos a la mesa. El que tiene que empezar, por el ejemplo, es él. 

Petro ganó por un margencito así chiquitico": Iván Duque Márquez

- Varios precandidatos que han pasado por La Patria coinciden en algo: que Petro llega al poder de alguna manera porque la gente siente que el país necesita unos cambios radicales que tampoco se están haciendo. ¿Usted siente que pudo haber hecho un poco más en su Presidencia para que esos cambios se dieran desde antes? 

Hay una cosa que es importante, Fernando, y yo por eso siempre creo que hay que hacer la revisión del contexto histórico. Es que yo a Petro lo derroté en el año 2018. Petro iba adelante en las encuestas, y yo lo derroté, y como lo dije el otro día en una entrevista, en términos futbolísticos, por goleada. Y lo derrotamos en el debate de las ideas, sin miedo, sin amainarse, llamando las cosas como son, argumentando. 

Entre otras cosas, tuvimos un debate bastante icónico en Manizales, que usted lo recordará, donde estábamos nosotros en el Teatro -Los Fundadores- y se generó toda una protesta afuera y tocó trasladarnos a otro recinto. Pero le ganamos por más de dos millones y medio de votos.

Entonces, en el 2022, ¿qué pasó? Número uno, Petro ganó por un margencito así chiquitico. Él no ganó con un mandato claro ni avasallador. Lo que sí pasó fue que el contendor que él tuvo, tiró la toalla en la segunda vuelta. No solamente no participó de los debates, sino que suspendió todos los gastos de publicidad de manera inexplicable, porque todos eran sujetos de tener reposición de votos.

Cuando la gente dice, ¿qué se hubiera podido hacer distinto? Bueno, empecemos primero por hacer la diferenciación histórica entre quien le ganó por goleada y a quien le ganó por un muy pequeño margen, simple y llanamente, porque tiró la toalla. Entonces, eso es importante tenerlo en el contexto histórico.

Lo otro importante también en el contexto histórico, es que la izquierda en Colombia viene en un proceso ascendente desde el año 2002. ¿Quién quedó tercero en la elección presidencial del 2002? Lucho Garzón, 2003 alcalde de Bogotá. 2006, ¿quién quedó de segundo en la elección? Carlos Gaviria. 2007, gana Samuel Moreno en la Alcaldía de Bogotá. 2010, queda de segundo Antanas Mockus y de cuarto Gustavo Petro. Y en el 2011, ¿quién queda alcalde de Bogotá? Gustavo Petro. Entonces, de los últimos 20 años, la izquierda ha gobernado 16 Bogotá. Si vamos a negar eso, pues entonces nos estamos diciendo mentiras. Es un proceso de evolución. 

Lo que pasa es que lo que Petro representó fue la extrema izquierda. Una izquierda hirsuta, que ha tratado de venderle al país que todas las cosas se resuelven por decreto y por protesta. Durante una pandemia, se dedicó a incendiar al país. Y de manera irresponsable, cuando nosotros estábamos buscando soluciones estructurales en materia fiscal, él quiso incendiar a Colombia. Y trató de ganar legitimidad política a partir de ese incendio.

Y entonces usted dice, ¿la gente cómo piensa hoy? La gente está decepcionada. Y los que votaron por él están decepcionados, una muy buena cantidad de personas, porque se dieron cuenta que criticar es muy fácil. Y que gobernar necesita tomar decisiones gerenciales y muchas veces impopulares.

Pero aquí estamos, con la salud destrozada, con la política fiscal destrozada, sin las líneas de crédito del Fondo Monetario, perdiendo calificación crediticia, pagando 12% de intereses. Tenemos en este momento un sistema energético destrozado, el orden público destrozado, la inversión en el país totalmente quieta para dinamizar nuestra economía. Y el promedio de crecimiento de este gobierno es la mitad de lo que yo hice en cuatro años con un equipo de gobierno donde crecimos en promedio al 3,7% con pandemia.

Entonces, pongamos todas esas cosas en contexto, y yo sí creo que lo que la gente hoy, todos debemos darnos cuenta, es que la demagogia es muy fácil, el populismo es muy fácil, y Colombia no puede volverle a dar una oportunidad a un liderazgo que se basa en la destrucción, tratando de venderle a la gente la ilusión de que ellos son los grandes reformadores, que son progresistas, cuando en realidad lo que son es pobrecistas. 

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