Colombia muestra una recuperación económica estable, pero con altos riesgos fiscales por el desorden en el manejo de las finanzas públicas.
Se pueden cuestionar varias afirmaciones de Gustavo Petro relacionadas con el momento de la economía y que es viable calificarlas como engañosas, buscando invalidar, desestimar a los gremios, banqueros, empresarios, a la prensa y a la oposición en general; narrativa populista de izquierda, ideológica y confrontativa, aprovechándose de la mayoría de sus seguidores que creen ciegamente en su discurso y no en la realidad que viven, creyentes del falso mesías progresista.
Algunas variables macroeconómicas claves muestran un buen comportamiento, pero que no es por la intervención directa del Gobierno:
La inflación. Petro dijo que la recibió en 13% y la cifra real en agosto del 2022 fue de 10,84%, la inflación anual viene en descenso ubicándose en 4,82% a junio, gracias al buen manejo de la política monetaria contractiva del Banco de la República que subió las tasas de interés de forma sostenida entre el 2022 y mediados del 2024, lo que encareció el crédito, redujo el consumo y frenó el alza de precios.
El desempleo. A junio del 2025 fue del 8,6% según datos del DANE, tasa que muestra un descenso significativo si se compara con enero que fue del 11,6%, indicador con tendencia baja gracias a la generación de empleo por los empresarios en sectores del agro, industria y comercio.
Es importante tener en cuenta que entre marzo y mayo más del 75% de los nuevos empleos son informales y autoempleo, lo que muestra la baja calidad y formalidad, ya que no tienen acceso a prestaciones, seguridad social, ni estabilidad.
Más que un esfuerzo del Gobierno nacional, hay factores externos como los altos precios de exportación de café, petróleo, carbón, flores, banano, aguacate hass, y el aumento de remesas, que han mantenido e incluso aumentado la ocupación en Colombia en lo que va del año.
La inversión. La falta de certeza jurídica, el anuncio de varias reformas sociales, el debilitamiento de las finanzas públicas, la inseguridad con amenazas a la infraestructura y al patrimonio, la intimidación a la institucionalidad del Estado ha impactado en una caída del 24% en la inversión extranjera directa, frente al mismo periodo del 2024.
Podemos hablar entonces de una economía moderada con altos riesgos fiscales, por lo siguiente: El déficit fiscal en los últimos 12 meses hasta mayo fue de 7,5% del PIB, lo que significa que el Gobierno Petro gasta más dinero del que recauda por concepto de impuestos, contribuciones, venta de bienes y servicios y otros ingresos.
Deuda pública exagerada, con más del 60% del PIB lo que implica que de cada $100 que produce Colombia en bienes y servicios debe $60, que luego hay que pagar con intereses.
Ingresos tributarios inferiores a los programados, rebaja de la calificación de crédito por aumento del riesgo de incumplimiento y pérdida de confianza internacional entre otras cosas.
Todos estos riesgos fiscales impactan finalmente en los hogares de menos recursos, por la reducción de la inversión social, aumento del costo de vida y eliminación de subsidios, además.
Para solucionar lo anterior, el Gobierno del “cambio” pretende presentar su tercera reforma tributaria en tres años, calculada entre 19 billones y 25 billones de pesos para cubrir el hueco fiscal.