En los primeros años de universidad, dentro de muchos descubrimientos, estuvo el de la Salsa. 1985 fue el año cuando se encendió ‘la fiebre’, que cuarenta años después todavía padezco, para mi fortuna. Inicialmente escuchaba esta música en los casetes que me prestaba mi amigo Juan Carlos Gómez, y en las primeras idas a Timbalero con mi compañero de universidad, Juan Carlos Loaiza, quien ofició como guía en estas excursiones. En vez de ir a discotecas de moda y elegantes, preferí ir al templo de la Salsa en Manizales, Timbalero, en el sector de Los Agustinos, lugar y sector nada glamurosos en la noche, pero espacio privilegiado, VIP, para los salseros.

También empecé a grabar casetes, la forma más económica de tener música. Se dependía de un amigo con discos o casetes ya grabados, o se hacía de las emisoras. Era todo un arte (en este punto recomiendo la maravillosa película italiana de Netflix ‘Mixed by Erry’). En estas cacerías de música un día fui al apartamento de otro amigo, Carlos Montoya; él salía para clase de Medicina, estaba en los últimos semestres, y me dejó instalado frente al equipo de sonido y sus muchos discos. Entonces se dio la revelación: puse a sonar un disco, no sabía quién era el músico, solo que era Salsa: y ahí apareció ante mis oídos Eddie Palmieri con ‘Vámonos pa´l monte’; fue toda una anunciación de lo que me esperaba con esta música, con la Salsa. Ya terminada la sesión de grabación, el casete donde quedó ‘Vámonos pa’l monte’ sonó una y otra vez, como un mantra.

Unos años después, viviendo en Bogotá, tuve la fortuna de ir a un concierto del mismísimo Eddie Palmieri, lo hice con mi gran amigo salsero Andrés Vélez. Fue en la Carpa Bavaria, el viernes 16 de octubre de 1992. Una completa alucinación, de esos momentos que con el paso de los años uno ya no sabe si fue fantasía o realidad. La potencia y fuerza de la orquesta eran algo impactante, y el toque mágico de Eddie Palmieri en el piano exquisito. El éxtasis llegó cuando interpretaron ‘Vámonos pa´l monte’, era asistir a una misa salsera y esta canción el momento de la elevación. También pudimos disfrutar de la voz de Ismael Quintana, cantante icónico de la orquesta de Palmieri, y de una cantante nueva, de apenas 23 años para entonces y totalmente desconocida: Linda Caballero ‘La India’, bella, exuberante, fresca e irreverente, con su tabaco largo en una mano y el micrófono en la otra; cantó ‘Mi primera rumba’, que había sido grabada apenas hacía un mes, la oímos prácticamente inédita, y que hasta hoy es un sello inconfundible de esta cantante.

Eddie Palmieri murió a sus 88 años el 6 de agosto pasado, fue un genio de la Salsa y el Jazz Latino; uno de los gestores del movimiento musical salsero en Nueva York en los años 60 y 70. Innovador y revolucionario en la música, con una educación exquisita y un talento desbordado. Palmieri fue uno de los pilares sobre los que se construyó un auténtico fenómeno musical y social, que todavía vive en nuestros días para goce y disfrute de muchos: la Salsa. Y más de cincuenta años después ‘Vámonos pa’l monte’ sacude y embruja a quien la escuche.