Es pequeño, plateado, constante, no falla en su mecanismo. A la hora señalada empieza su rin rin para despertarme; muchas caídas al suelo ha tenido desde la mesita de noche, pues estas torpes manos somnolientas mañaneras al apagarlo a veces lo tiran al suelo y todo lo resiste, sigue señalando horas y minutos; parece un hermoso ruiseñor, cumplidor y alegre.
Le agradezco el despertar porque me hace sentir sensorial, puedo constatar que mis oídos están en acción, son como radares que captan los sonidos y una sonrisa más aparece en mi rostro apenas despertando a la luz. Gracias a él voy a llegar a tiempo a mi labor, a mi cita, a la misión encomendada.
No puedo ni debo omitir el agradecimiento a quienes gracias a su conocimiento profesional me enseñan a cuidar mis oídos, a mantenerlos limpios y abiertos a todo sonido. Pronto empezaré a escuchar sonidos, voces, música, cantos, noticias, buenas nuevas.
Al oído se añade la visión. Al encender las lámparas cobran colores los objetos y sus formas danzan de variedad y belleza; puedo hasta danzar de felicidad porque mi relojito me ha descubierto con su despertar que oigo y veo en una combinación de sentidos que abren la vida al entusiasmo de existir, servir, amar, ver mis ojos como pequeño cosmos en movimiento, ver luego los ojos de quienes encuentro y puedo adivinar su gozo, su tristeza, su odio, su afecto, su pregunta.
Gracias a mi relojito barato, pequeño y sencillo he despertado a la actividad de unos regalos divinos que me empujan a la acción de gracias, a la canción, al disfrute de los panoramas, al paseo por las letras, los dibujos, las imágenes. De nuevo debo agradecer a quienes desde la ciencia de la optometría mantienen mis ojos en la capacidad de ver, captar, ampliar horizontes y esperanzas.
A entrar al baño y recibir el frescor del agua que tonifica y limpia recuerdo que fui bañado por el agua bautismal un día y que desde entonces una nueva vida empapa mi cuerpo con todos sus sentidos, me limpia de suciedades dejadas por los tropiezos de la vida y da brillo para vivir un nuevo día como un ser con una visión, una misión, un camino.
Oír y ver son desde el comienzo de un día dos ventanas adornadas de rosas que me invitan a recibir de Dios dones que cubren cual coraza bendita el cuerpo y sus sentidos. Gracias relojito bello como pajarito cantor.