Imaginarían los fundadores y colonizadores que el pequeño poblado que iniciaban sería, 176 años después, una ciudad en la altura que como faro emitiría una luz anunciando que es la de mejor aspecto para vivir, progresar y sentir el calor de un buen corazón en toda América Latina como lo preconizó la ONU.

Adquiere valor de realismo el monumento del maestro Luis Guillermo Vallejo, situado en Chipre, que visualiza como salida del camino fangoso y sudoroso, en combates de fieros fantasmas, la familia trabajadora, conquistadora, rezandera y cantarina que puso semen y semillas para establecer junto a la montaña blanca y fría de unos nevados y el verdor fecundo de una selva con cantos de aves y rugidos de animales; el pequeño caserío que fue pueblo, luego ciudad y ahora historia de acogida y buen vivir.

Se levanta como símbolo una Catedral fina, la más alta de Colombia, esbelta, con sus torres que como dedos señalan al Cielo fuente y fin de buen vivir, del diario revisar y convertir la existencia personal, familiar, social y comunitaria en expansión saludable que es paso de pasión a resurrección como lo hizo Jesús el Señor nuestro.

La bandera en alto recuerda que el café con su dialéctica de blanca flor, verde grano y rojo aroma es también símbolo de los habitantes de limpio corazón, verde esperanza de crecimiento y roja sangre de una raza que se ha renovado como joven danzante entre incendios, temblores y dificultades.

Con el himno besamos el nombre de la bella ciudad galardonada que se adorna con el desfilar a las aulas de miles de estudiantes, obreros, empleados, Festival de Teatro, Feria anual de hidalguía.

Recorrer sus calles y avenidas como venas que mueven la vida de edificios, barrios, conjuntos residenciales, fábricas, cable aéreo, veredas de colorido y ternura, etapas de ciudad del afecto, ciudad educadora, fuente de agua limpia, caridad y hermandad.

Todo galardón trae compromiso: Ojalá nos comprometamos a ser amables, honrados, fraternos, manteniendo limpio el corazón y las casas, calles, parques y ambientes. Que todo el que llegue se sienta en buena casa y ciudad.

La han llamado perla y lo es, pero es también diamante pues como esa bella y preciosa piedra lanza múltiples y coloridos rayos, nuestra ciudad irradia fe, trabajo, familia, alegría, amabilidad, educación, música, bellos hogares … El sueño fundador es ahora realidad: nuestra ciudad galardonada. Aleluya y gracias a Dios y a quienes con civismo construyen lo mejor.