Vuelve y juega el debate sobre el dólar en Colombia. Hoy vale los mismos ‘cuatro mil pesitos’ de hace un año. Pero esta vez el fenómeno no es exclusivo de Colombia. El DXY, un índice que compara al dólar frente a una canasta de las principales monedas del mundo, muestra una caída de más del 10% en lo corrido del año, su peor desempeño desde 1970. Es decir que el dólar está barato en todo el planeta. ¿Qué está pasando?

Indudablemente hay dos hechos que explican la situación. En primer lugar, la política arancelaria de Estados Unidos, que ha resultado altamente desestabilizadora para los mercados financieros y para las economías de todos los países, incluida la gringa. La guerra comercial, declarada a aliados y enemigos por igual, ha derivado en expectativas de mayor inflación y menor crecimiento económico. Ya lo he expresado en este mismo espacio: una guerra comercial solo deja perdedores.

Pero el otro hecho que ha contribuido al debilitamiento del dólar es la reciente aprobación de la ley de presupuesto nacional para Estados Unidos, la cual prevé un aumento significativo en los gastos e inversiones en ese país, que ampliarán su déficit presupuestal y su nivel de endeudamiento. Es decir, guerra comercial, mayor déficit fiscal y mayor deuda pública, han sido la combinación perfecta para poner en alerta a los grandes inversionistas, fondos de inversión y bancos internacionales, que han preferido cambiar dólares americanos por divisas extranjeras.

Colombia no ha sido ajena a las consecuencias de todo este acontecer. Volvimos al punto en el que nos encontrábamos hace exactamente un año: el dólar rompiendo, una vez más, ese “piso de cristal” de los $4.000 que pareciera haberse forjado durante este Gobierno. Como entonces, el entusiasmo es palpable: inversionistas, consumidores y analistas celebran la aparente fortaleza del peso colombiano. Pero también como entonces, la gran pregunta es si esta tendencia terminará siendo flor de un día, pero ello nadie puede responderlo, pues prever el precio del dólar resulta totalmente incierto.

La realidad es que, en el corto plazo, la incertidumbre reinante en el mundo va a mantener el dólar a la baja. Pero así se diga que los aranceles y el gasto publico frenarán el crecimiento de la economía, Estados Unidos no dejará de ser la más grande potencia política, económica, financiera, militar y tecnológica del planeta. Y será muy difícil que en los próximos años se destrone a la moneda reina, como quiera que en la actualidad cerca del 90% de las transacciones de comercio internacional se hacen en dólares.

Sobre si debemos esperar que este comportamiento continúe en lo que resta del año, me temo que la respuesta es igual de incierta que haber vislumbrado hace unos meses que volveríamos a este punto. No estamos ante un desplome del dólar. Seguramente los mercados financieros del mundo se reacomodarán y algunos diversificarán sus ahorros a euros, yenes, francos suizos, oro, etc., pero la economía estadounidense y su moneda, el dólar, seguirán siendo las más fuertes del planeta. ¡No lo dude!