Julián Escobar Rincón* - www.drjulianescobar.com
Mantener una buena salud no depende únicamente de una alimentación balanceada o del ejercicio físico. Existen tres funciones corporales esenciales que, aunque suelen pasar desapercibidas, determinan en gran medida nuestra capacidad para movernos con seguridad, prevenir lesiones y mantener la autonomía a lo largo de la vida: la estabilidad, el equilibrio y los reflejos. Estos tres componentes son el resultado de un complejo trabajo conjunto entre el cerebro, los músculos, las articulaciones, los ojos y el oído interno.
La estabilidad es la capacidad del cuerpo para mantener el control y la firmeza durante cualquier movimiento o posición. Es lo que nos permite caminar sin tambalearnos, mantener una buena postura o levantar peso sin perder el control.
Una buena estabilidad evita caídas, protege las articulaciones y mejora el rendimiento físico. Para mantenerla es importante fortalecer nuestros músculos, mantener buenas posturas y estar atentos al entorno en el que nos encontramos
El equilibrio es la habilidad para conservar el centro de gravedad dentro de la base de apoyo del cuerpo, tanto al estar quietos como en movimiento. Este depende de la interacción entre tres sistemas: el vestibular (ubicado en el oído interno), que detecta los movimientos de la cabeza; el visual, que nos orienta en el espacio; y el propioceptivo, que informa al cerebro sobre la posición de las extremidades y las articulaciones.
Cuando uno de estos sistemas falla, pueden aparecer mareos, vértigo o inestabilidad al caminar. Mantener el equilibrio entrenado, mediante ejercicios sencillos como pararse en un solo pie o caminar en línea recta, ayuda a conservar la coordinación y prevenir caídas, especialmente, con el paso de los años.
Los reflejos son respuestas automáticas que el cuerpo ejecuta ante ciertos estímulos sin necesidad de que intervenga la voluntad. Son mecanismos de defensa y de ajuste rápido que garantizan la seguridad y la eficiencia del movimiento.
Un ejemplo cotidiano es retirar la mano de una superficie caliente sin pensarlo o mantener el cuerpo erguido cuando tropezamos. Los reflejos son controlados por el sistema nervioso y su correcta función indica un buen estado neurológico. Cuando los reflejos se enlentecen, como ocurre en algunas enfermedades o con el envejecimiento, aumentan los riesgos de caídas, accidentes y lesiones.
La combinación de una estabilidad firme, un equilibrio entrenado y reflejos activos es clave para mantener una vida independiente y segura. Estos tres elementos se pueden fortalecer con ejercicios específicos de coordinación, entrenamiento funcional, yoga o pilates. En adultos mayores o personas con mareo o desequilibrio, la fisioterapia vestibular y los ejercicios de rehabilitación neuromuscular resultan especialmente beneficiosos.
En definitiva, cuidar la estabilidad, el equilibrio y los reflejos es invertir en movilidad, independencia y calidad de vida. Son funciones silenciosas, pero esenciales: nos permiten mantenernos firmes, seguros y alertas ante los desafíos del entorno, desde caminar en una superficie irregular, hasta reaccionar a un peligro inesperado. Mantenerlas activas es una forma inteligente de cuidar nuestro presente y futuro.
* Cirujano de mano y miembro superior, ortopedista y traumatólogo.
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