El alcalde de Manizales en su idea de materializar cinco obras de infraestructura (el intercambiador de acceso a los barrios La Francia y Los Alcázares, el intercambiador de Laureles–Bella Suiza, el bulevar de La Estrella, el puente en la zona industrial y la doble calzada del SENA), anunció inicialmente el cobro de valorización en un 70% para los predios en la zona de influencia de dichas obras.

Sin embargo, el 15 de mayo de este año anunció que el cobro sería de solo el 30%, para finalmente comunicar el 3 de julio que el municipio aportaría el 100% de los recursos.

El grito de victoria ciudadana no tardó, como si los recursos del Municipio no provinieran del aporte de toda la ciudadanía mediante los impuestos, o como una expresión de victoria egoísta en la que directamente algunos sectores de la ciudad ya no tendrán que meterse la mano al bolsillo.

Estos recursos, además, entraron en el cálculo político del gobernante. ¿Acaso es tan sencillo para las finanzas del Municipio presupuestar 46 mil millones de pesos, para en unos meses aumentar a 106 mil millones, y dos meses después a 152 mil millones? ¿A qué programas y necesidades de Manizales le están recortando para cambios tan drásticos?

La ciudadanía pierde en varios frentes: no se tendrá una inversión adecuada en otras dimensiones del territorio para poder financiar el ambicioso plan del alcalde (no necesariamente de la ciudad). En los proyectos de la zona industrial y el SENA se pagará por las necesidades de infraestructura de altos requerimientos técnicos de las industrias y empresas aledañas.

En los dos intercambiadores viales, se pagará por la responsabilidad urbana no asumida de las constructoras frente a unos adecuados equipamientos de movilidad. Además, se pagará por la falta de un sistema integrado de transporte público que dé soluciones eficientes de movilidad en los nuevos desarrollos inmobiliarios, y ojalá en el bulevar de La Estrella no paguemos con árboles talados como consecuencia de la profunda visión de “renovación” por encima de la estructura ecológica principal.

Frente a los intercambiadores viales de acceso a los barrios La Francia y Los Alcázares y de Laureles–Bella Suiza enfatizo en la necesidad de replantear el modelo de ciudad que queremos. Mientras en todo el mundo están peatonalizando vías importantes, derribando puentes y túneles, priorizando los sistemas de transporte integrados y dejando el vehículo particular de lado; en Manizales, se insiste en mantener las metodologías de diseño urbano altamente ineficientes que promueven la perpetuación de una lógica de ciudad en la que solo se sobrevive si se tiene un carro para el uso cotidiano (el 13% de la población de Manizales lo utiliza como principal medio de transporte, según Manizales Cómo Vamos). ¿Y el resto de la población qué?

En estos intercambiadores, que representan 111 mil millones de pesos, no se están evaluando otras alternativas. Su justificación técnica se basa en proponer un par de modelos de sofisticados puentes y argumentar por qué uno de ellos es mejor. De hecho, en los estudios técnicos del intercambiador de acceso a los barrios La Francia y Los Alcázares asumen que el crecimiento del parque automotor del sector es semejante al de Manizales, ignorando los efectos de la deficiencia en el transporte público y la presencia de importantes proyectos inmobiliarios en zonas de expansión.

Estos intercambiadores prometen mejorar las condiciones del tráfico en un horizonte de 20 años, pero ignoran el crecimiento inmobiliario focalizado, por lo que en menos de ese tiempo el problema será nuevamente el mismo: exceso de vehículos, pero sin una solución de fondo, sin una propuesta eficiente probada en otras ciudades.

Evidentemente no se han considerado posibilidades como: el mejoramiento de las rutas de transporte público en las zonas donde hay deficiencias de frecuencia o calidad del servicio, la construcción de nuevas líneas de cable aéreo, ascensores urbanos como los de Lisboa (Portugal) o Valparaíso (Chile), el mejoramiento de las conexiones peatonales o cualquier alternativa que no lleve a la misma lógica de puentes y túneles.

Con estos recursos de los intercambiadores tendríamos un buen inicio para el sistema integrado de transporte o la línea 4 del cable aéreo de Fundadores a San Sebastián, pero como son proyectos a largo plazo se salen del cálculo electoral del alcalde de las pequeñas grandes obras.