La novela, que entretiene y enriquece el talento de lectores habituales, suele contener trozos de historia, matizados con ribetes fantasiosos y recursos literarios, más allá de la prosaica realidad. Así se descubren hechos del discurrir de diversas comunidades, con sus características particulares, que dependen de fenómenos climáticos, geográficos, culturales o humanos. Estos últimos, provenientes de individuos de características superiores, que han orientado los pueblos y les han infundido las características de sus formas de ser y actuar, para dotarlos de los elementos que constituyen su idiosincrasia.
Orientales, anglosajones, árabes, griegos, romanos, escandinavos, germanos, eslavos, hindúes, judíos…; y variables como latinoamericanos, africanos, celtas, medio orientales, caribeños, de Oceanía o de la costa sur asiática, que derivan de diversas culturas, refinadas al tenor de los hechos y de la influencia de líderes paradigmáticos, caudillos militares, estadistas, intelectuales y artistas, que con su genio y particularidades de personalidad han impuesto a los pueblos bajo su orientación idiosincrasias propias.
Santiago Posteguillo (1967), escritor español, una revelación como narrador e historiador, entre otras obras literarias de impacto universal, es autor de una novela monumental inspirada en la historia de la antigua Roma y de Cayo Julio César, uno de sus personajes más relevantes, por sus características de líder político y genio militar, que contribuyó a la grandeza de Roma, cuando el estilo de la ciudad eterna para imponerse al mundo conocido en su época, finales del siglo anterior a nuestra era, destacaba por ocupar territorios, saquear sus riquezas y esclavizar a los vencidos.
Este fue el preludio del Imperio Romano, que escaló lo más alto de la gloria, dejó para la posteridad la impronta de la sabiduría de gobernantes paradigmáticos, influyó en el desarrollo institucional de futuras civilizaciones y declinó dramáticamente, para caer al peso de la corrupción, la ineficacia, el sibaritismo y la perversión de personajes tragicómicos que oficiaron de emperadores en medio de excentricidades absurdas.
Posteguillo, con Roma soy yo y Maldita Roma (Penguin Random House, Colombia, 2023), sumerge al lector en la historia de un pueblo que dominó el mundo conocido en su época de gloria militar, cuyos líderes, cuando alcanzaban posiciones destacadas, gracias a sus orígenes blasonados o a sus hazañas militares, eran premiados con la asignación de objetivos territoriales para invadir, y fuerzas militares para lograrlo, lo que conllevaba, si era exitosa la operación, ascender a posiciones en el gobierno del Senado, su máxima autoridad.
En ese juego descolló Cayo Julio César, gracias a sus dotes personales, a la orientación de su tío paterno Cayo Mario y a la influencia de su madre, Aurelia, una mujer de especial olfato político. Además de que César, seductor exitoso, conseguía para sus objetivos información valiosa a través de sus amantes ocasionales, esposas de influyentes personajes. La obra de Posteguillo, de amena lectura, es atractiva historia novelada.