Presidente: sé que mi humilde opinión es irrelevante ante tu omnipotencia, pero hoy quiero agradecerte por el cambio que terminaste implantando en Colombia.

Porque tú, Primer Mandatario, producto de tus desafíos, mensajes de odio, resentimiento y demostración de impudicia, reviviste en los ciudadanos el amor inconmensurable por su Patria.

Porque tú, Jefe de Estado, con tus abusos constantes hiciste reaccionar también a buena parte del Congreso de la República para que, a través de la democracia, bloqueara tus intenciones de instaurar una dictadura.

Porque tú, Cabeza del Ejecutivo, llevaste a Colombia al límite de ansiedad, y ella determinó la protesta social, la reacción civil y la unión de fuerzas para vencerte.

Porque tú, Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, las has colmado de irrespeto, minimización, impotencia y debilidad, produciendo la reacción interna que terminará por devolverse en tu contra, pues allí sí existe la dignidad que a ti te falta y muchos de esos hombres darían la vida por Colombia, aún teniendo que revelarse ante el tirano.

Porque tú, con tus ínfulas de Gran Soberano, nos recordaste que un presidente es el conductor del país, siempre que se someta a la Constitución y a la ley; de lo contrario, es solo un paria de altísima peligrosidad a quien hay que controlar y derrotar.

Porque tú, Jefe Máximo del Gobierno, lograste modificar el pensamiento de los jóvenes que, inexpertos, esperaban que la izquierda fuera la solución a sus problemas y se encontraron con la realidad de que es la perdición de los pueblos.

Porque tú, Máxima Autoridad del Estado, con tus vicios evidentes, tus incumplimientos constantes, tu desprecio por los buenos modales y hasta por el aseo personal, hastiaste a un país que te tiene como ejemplo de antivalores, antilíder y antipersona.

Porque tú, Suprema Autoridad Administrativa, demostraste la necesidad de reencauzar al país por la senda de la institucionalidad y el respeto por las leyes y los principios del derecho y la Constitución.

Porque tú, que estás obligado a defender la seguridad nacional y proteger el orden público, nos motivaste para exigir la protección del Estado, como mínimo, a la par de la que le otorgas a los delincuentes y terroristas que gozan de impunidad y seguridad personal estatal.

Por todo esto gracias, Gustavo Petro. ¡Muchas gracias! Colombia después de ti ya no es la misma; de verdad representaste el cambio. Hoy somos un país pletórico de esperanzas y lleno de expectativas, pues al resistir tus embates para destruirnos nos llenaste de fuerzas para luchar. Nuestro país es más grande que tus miserias. Nos sacaste de la resignación y nos llevaste a la acción. Nos uniste, Presidente.

Al final fuiste el Gobierno del cambio. No el que tú querías para perpetuarte en el poder, sino el de la decencia, la fuerza, el garbo y el amor inconmensurable por la Patria de quienes nos oponemos a sucumbir ante ti.

Nos despertaste, Petro. Y Colombia despierta no se deja del sátrapa.

Por todo esto, Gracias. ¡Mil gracias, Gustavo Petro!