En Manizales estamos viviendo algo muy aberrante: la CUT, una unión sindical que se pregona como la más poderosa del país, hoy funge como brazo político de un sector que se ha caracterizado por hacer su proselitismo sobre falsas causas ecológicas y animalistas que, en el fondo, solo persiguen llegar al poder a través del discurso, para dedicarse a saquear las arcas o a plagar de corrupción todo lo que tocan. (¿O no, Carlos Mario?)

Así, se instauró una especie de oposición sistemática, infundada, incoherente y violenta en contra de todo lo que se plantee desde la Administración municipal. Los supuestos representantes de la CUT asoman entonces sus narices en los diferentes escenarios, autoproclamándose voceros de la comunidad -cuando no pertenecen a ella-, o torpedeando cualquier proyecto u obra hasta con vías de hecho que, por violentas e insultantes, merecerían ser judicializadas.

El problema es que, como suelen actuar los cobardes, generan la discordia, lanzan acusaciones infundadas, bloquean el curso normal de las obras, y cuando se llama al diálogo desaparecen del sitio y se trasladan a escenarios donde no puedan ser confrontados.

Es su método; es su estrategia; es su costumbre; es su modus operandi. Manizales ya lo vivió, y sufrió las consecuencias en un desastre histórico. Manizales no puede olvidar que el sustento de campaña de Carlos Mario Marín fue una oposición absurda basada en la mentira y en una supuesta causa ecológica que, ya en el poder, se vio obligado a abandonar, dejando una larga estela de perjuicios para la ciudad.

Por eso hay que prender las alarmas y develar lo que está haciendo esa unión sindical en Manizales. Porque sus intereses son claramente politiqueros y sus acciones igualmente irregulares. Porque en su alianza con el petrismo, se arrogan vocerías que nadie les ha otorgado, representaciones que nadie les ha conferido y causas totalmente alejadas del contexto real.

Porque sienten que, al igual que su líder máximo, pueden actuar impunemente y se sienten intocables e incuestionables, y acuden a todas las formas de lucha para impedir el éxito de un alcalde que, con sus obras, está dejando en evidencia la mediocridad del anterior y lo que significa el poder en manos desgraciadas, corruptas e indecentes.

Pero supongamos que estén actuando ya, de frente, como el brazo político del petrismo.

¡Que lo hagan! Pero que en esas intenciones (legales o no) se alejen de un municipio que tuvo que soportar la miseria humana en el gobierno durante cuatro años, y hoy muestra evidentes acciones de recuperación. Que alejen sus perversidades de nuestra ciudad, pues ya disfrutaron las mieles de la corrupción y la indecencia durante todo un período en la Alcaldía. Que alejen sus narices de lo que la comunidad implora con decencia, la Administración dispone con diligencia y la ciudad reclama con urgencia.

En el país decimos: ¡No más Petro! En Manizales decimos, además: ¡No más CUT! ¡Déjennos tranquilos!

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