En Colombia, cerca de dos millones de personas no saben leer ni escribir. Una cifra que, aunque ha disminuido con el tiempo, sigue siendo alarmante y vergonzosa en pleno siglo XXI. Las pruebas de Estado y evaluaciones internacionales muestran que la mayoría de los colombianos tiene serias dificultades para comprender lo que leen, comunicarse con claridad o ejercer una lectura crítica.
Porque leer no es solo juntar letras. La lectura es una herramienta fundamental para la vida diaria y para el ejercicio pleno de la ciudadanía. Entender un contrato, seguir instrucciones para un trámite, interpretar una señal de emergencia o diligenciar un formulario en papel o en línea, son acciones que requieren más que conocer el abecedario. Implican comprender el contexto, seguir pasos, tomar decisiones y actuar con criterio. Y ahí es donde estamos fallando.
Sí, leer, no es solo para apreciar la literatura o para acceder al conocimiento en libros de texto. Leer permite tener una ciudadanía más activa, crítica y propositiva. Así como escribir, permite mejorar la comunicación, verbal y escrita (cientos de estudios lo afirman). Pero para que el proceso lector o de escritura se dé de una manera óptima, tienen que pasar muchas cosas.
Hace poco me hicieron varias preguntas sobre una futura política del libro, la escritura y la oralidad para Manizales. En la conversación, sin haberlo pensado, llegué a la conclusión de que debe haber un giro a la calidad e integralidad. Integralidad en el sentido que todas las acciones deben impactar todos los procesos de la cadena del libro, o mejor del sistema de lectura, escritura y oralidad.
En términos de calidad, hay que hacer importantes esfuerzos no solo en formación para la mediación de lecturas y escrituras, sino también en la edición, diagramación, ilustración, entre otros. En la dimensión de la circulación, no se trata solo de comprar libros para bibliotecas, se trata de que circulen los escritores, los editores, los ilustradores. En términos de edición, no se trata solo de publicar, se trata de hacerlo bien, con textos cuidados en su estilo y pertinencia, que se encuentre un sentido en la diagramación, que el papel y los colores de la impresión también dialoguen con el lector.
En términos de apropiación social, no se trata solo de que existan bibliotecas, sino de que estas estén actualizadas, abiertas, con profesionales en la materia liderándolas, innovando en sus procesos y su relacionamiento con sus usuarios.
Es maravilloso que exista una Feria del Libro, pero esta debe ser sostenible, transversal al sistema, en diálogo con la ciudad y no limitarse a actividades durante una semana al año.
El atributo de la calidad debería ser fundamental en un ejercicio de política pública, pero también, debería estar presente en todo lo que los actores del sistema del libro, la lectura, la escritura y la oralidad hacen.
La lista puede continuar, lo importante es avanzar hacia el fortalecimiento de todo el sistema, que las acciones públicas y privadas nos lleven al disfrute de la lectura, al acceso al conocimiento, al goce de la escritura, al diálogo multiplataformas y al ejercicio de los derechos desde una ciudadanía activa.
*Opiniones personales.