Habrá muchas elecciones en América Latina este y el próximo año: se presentarán cambios de nombres en las presidencias de Bolivia y Chile en el 2025, y en el 2026 en Colombia, Perú, Brasil, Costa Rica, Honduras y posiblemente en Nicaragua. Además del cambio de nombres, en Chile se inaugurará el voto obligatorio y en Perú, el Congreso bicameral.
Es común por estos días decir que terminó la nueva marea rosa en la política latinoamericana; el péndulo, se afirma, regresa a la derecha después de años de gobiernos de izquierdas. La “marea rosa” es una expresión utilizada en los análisis políticos para describir el auge de la izquierda política en la primera década del siglo XXI. Según el historiador Fabricio Pereira Silva, ella comenzó en 1998 con le elección de Hugo Chávez en Venezuela, y siguió con el arribo de candidatos de izquierda o centroizquierda en casi todos los países de América del Sur, y en diversos países de América Central. Los partidos de izquierdas que llegaron entonces al poder estaban agrupados en el llamado Foro de Sao Paulo.
A esta “marea rosa” siguió la “ola conservadora”, fenómeno político que tuvo lugar en la década de 2010 como reacción directa a la etapa anterior, tras eventos como el golpe de Estado en Honduras y la crisis política en Paraguay, así como el inicio de la crisis de Venezuela, las protestas en Nicaragua y la renuncia de Evo Morales en Bolivia.
Por lo que ha ocurrido en las primarias de Bolivia y lo que viene expresando la gente a través de las encuestas de opinión, no se puede afirmar categóricamente que el repliegue de la izquierda significaría necesariamente el retorno de la derecha al poder.
Contra todo pronóstico ganó las primarias en Bolivia, el centrista, Rodrigo Paz. No ganó el candidato de la derecha, Jorge “Tuto” Quiroga, que fue vicepresidente de quien fuera dictador de Bolivia, el general Hugo Banzer y presidente cuando este renunció por motivos de salud. La disputa en segunda vuelta será entre el centro y la derecha, con altas probabilidades de que gane el centro. Perdió la izquierda porque fracasó en el gobierno y porque se dividió. Unida es muy probable que hubiera pasado a segunda vuelta.
En el Perú hoy, según encuestas, ganaría Keiko Fujimori seguida por Rafael López Aliaga, alcalde de Lima y candidato de Renovación Popular, un partido de extrema derecha. El reemplazo de Dina Baluarte, afiliada a la izquierda, bien podría ser Fujimori, quien, al lado de López Aliaga, se ve más como del centro político.
En Brasil, Lula lidera todos los escenarios de cara a las elecciones del 2026, según las encuestas. Les saca ventaja a Bolsonaro, (si pudiera postularse) y al actual gobernador de Sao Paulo, su alter ego político. La izquierda moderna, menos ideologizada, más pragmática y menos estatista de Lula, y los resultados positivos de su Gobierno, le harían merecedor de un nuevo mandato. Y ya dijo que se postularía otra vez.
En Chile según los sondeos, aparecen punteando la izquierdista (comunista), Jeannette Jara y el derechista José Antonio Kast. El mandato de izquierda moderada de Boric, también pareciera merecerle por ahora, otra oportunidad.
No es tan cierto entonces que estemos frente a un repliegue de la “marea rosa”.
El panorama político de Colombia se ve bastante más incierto: hay componentes que suman a esa confusión, entre ellos, el elevado número de candidatos presidenciales, la fragmentación excesiva de los partidos, la profundización de la polarización y la violencia que no da tregua. La “marea rosa” llegó a Colombia tarde, lo que no sabemos es si llegó para ser solo flor un día o no.