Hace algunas semanas tuve el privilegio de asistir al conversatorio Más allá de la cumbre, para la comunidad Mujeres Con ideales, liderado por las montañistas Ana María Giraldo, de Manizales, y Ana Isabel Bustamante, de Medellín; equipo femenino que tiene como meta subir a la Antártida, y alcanzar la séptima cumbre para la manizaleña. Fue una conversación profunda, en la que las Anas nos dieron una lección magistral. Y si bien nos hablaron de cimas remotas, la verdadera travesía que nos contaron fue la de la vida misma, esa que escalamos todos los días.
Las reflexiones preliminares estuvieron en torno a lo que representa alcanzar una cumbre en la vida: Disciplina, dedicación, deseo, foco, y vencer miedos, entre otras. Representados en los logros personales y profesionales: Un ascenso, un título, un proyecto, etc. Cada cumbre alcanzada es sólo un paso, y un peldaño en el camino, y los aprendizajes que traen consigo no necesariamente nos preparan para la siguiente, porque nunca son iguales. La vida está llena de cumbres, cimas, valles y tormentas, y el verdadero desafío es entender que cada nueva escalada exige un nuevo enfoque, un propósito renovado y nuevas herramientas.
Otro de los aprendizajes fue el valor de la cordada. El diccionario de la Real Academia Española, lo define como un “grupo de alpinistas sujetos por una misma cuerda”. En la vida, la cordada es nuestro equipo, el que nos sostiene y apoya: la familia, los amigos, los compañeros y colegas. “Solos llegamos más rápido, pero juntos llegamos más lejos”.
Las montañistas nos invitaron a reflexionar, acerca del trabajo en equipo, y cómo alinearlo, teniendo claro el propósito común; sin este, es fácil perder el foco y desalinear los pasos, incluso en los terrenos más planos. También hablaron de cuando la tormenta llega y lo nubla todo. En esos instantes, cuando la meta desaparece en la neblina, lo único que nos queda es creer. Creer en nuestra capacidad para lograr lo extraordinario.
Pero, ojo, hay una delgada línea, entre esa fe en uno mismo y la arrogancia. Es necesario reconocer la vulnerabilidad propia, y pedir ayuda cuando se necesite. Ellas, con humildad, nos contaron cómo ese pedir ayuda se ha convertido en la llave para abrir puertas, recibir donaciones, contar con patrocinios comerciales y hacer realidad sus expediciones. La vulnerabilidad, lejos de ser una debilidad, es una fortaleza.
El verdadero “ir más allá de la cumbre” es alcanzar un propósito común, uno que trascienda la meta personal. Para Ana María y Ana Isabel su meta no es solo llegar a las cimas, es también inspirar a otras mujeres.
Esta charla fue un bálsamo para el espíritu. Las Anas son un par de mujeres sin límites y sencillas a pesar de sus logros. Por eso hoy, desde estas líneas quiero invitarlos a aportar a su proyecto de Antártida 2025, en esta Vaki https://cutt.ly/UrZVtqAA. Si quieren saber más de ellas las encuentran en Instagram en @ana7cumbres y @anitabustamanted
“Hasta la montaña más difícil empieza con un primer paso”, concluyeron. Pero para darlo, sin que el miedo nos paralice, hay que tener claro el propósito, el valor de la cordada, y tener presente que lo importante no es solo la cima, sino el camino que se recorre para alcanzarla, con las lecciones de vida que implica.