Por estos días se ha hablado mucho sobre la potencia del mecanismo de Obras por Impuestos. Y cómo no, si la Gobernación de Caldas y el sector empresarial están haciendo un trabajo extraordinario en los municipios Zomac (Zonas Más Afectadas por el Conflicto Armado), llevando no solo dotación y vías, sino bienestar, equidad y dignidad.
Estos nueve municipios me hacen pensar en Italo Calvino y en esas ciudades que él retrata, hechas de memorias, deseos, signos, ilusiones. No son del todo reales ni del todo imaginadas: existen en lo que la historia recuerda y en lo que el presente decide mirar. En nuestro territorio también existen ciudades invisibles, no porque sean ausentes, sino silenciadas. No ficticias, sino marginadas. zonas afectadas por el conflicto, intervenidas sin continuidad, juzgadas más por sus carencias que por sus posibilidades.
Hoy, desde Procaldas, junto a la Gobernación y la Andi, estamos construyendo una Plataforma de Obras por Impuestos (acompañados e inspirados por Proantioquia) que busca que esas ciudades empiecen a contarse de otro modo: no como relato de ausencia, sino como acción colectiva, para hacer que esas ciudades sean no solo sean visibles en el mapa, sino también protagonistas en la toma de decisiones y en la acción transformadora.
Calvino decía, sobre Zaira, la ciudad de la memoria: “La ciudad no cuenta su pasado, lo contiene como las líneas de una mano…” Los territorios Zomac de Caldas están llenos de historias no contadas. Cada escuela sin pupitres, cada camino destapado, cada salón comunitario vacío, es una página viva de esa memoria que resiste. Con Obras por Impuestos podemos transformarlas, no desde el olvido, sino desde el reconocimiento: reconstruir sobre la dignidad de su historia.
De Bauci, la ciudad suspendida, decía: “Desde lo alto, sus habitantes miran sin tocar la tierra…” Así ha sido muchas veces la planificación del desarrollo: suspendida en el aire, lejana al territorio. Nuestra plataforma quiere bajar al suelo: construir con las comunidades, tocar su cotidianidad, entender su geografía emocional y social. Que la inversión no sobrevuele, sino que aterrice con sentido.
Y sobre Leonia, la ciudad que se renueva para olvidar, escribía: “Cada mañana, la ciudad arroja lo viejo y lo reemplaza por lo nuevo…” En muchos territorios, los proyectos llegan y se van, sin memoria técnica ni sostenibilidad. Nuestra apuesta es distinta: queremos facilitar procesos articulados, con continuidad, con propósito. Inversión con sentido, no con urgencia.
Ahora no se trata de inventar ciudades nuevas, sino de ver con claridad las que ya existen. De conectar los hilos invisibles que las sostienen: sus liderazgos locales, sus historias de resistencia, sus capacidades dormidas. Con la Plataforma, buscamos que las empresas no solo se vinculen al mecanismo, sino que lo comprendan, lo recorran, lo sientan como un camino compartido.
Gracias al compromiso empresarial y a una visión de gobernanza colaborativa, nuestras ciudades invisibles se hacen visibles. El deseo se convierte en acción, la memoria en inversión, y las promesas en obras. Las zonas Zomac no deben seguir siendo relatos de ficción. Tienen derecho a ser protagonistas de una historia real: la del desarrollo posible, compartido y transformador. Y esa historia, por fin, la estamos empezando a escribir entre todos.