Este artículo no se refiere a la excelente novela del escritor Andrés Caicedo, fallecido en un arranque de nihilismo, en el que pronosticó y precipitó su propia muerte, pero sí se refiere al efecto que la música puede tener en cada uno de nosotros si prestamos oídos y buscamos los espacios y oportunidades para escucharla.
Eso precisamente tuvimos en Manizales la semana pasada, con el décimo Festival Internacional de Música CiMa. Qué privilegio ser la anfitriona de un evento tan importante, en el que se dan cita músicos de diferentes lugares del mundo. Y todos los eventos son gratuitos, lo único que se requiere para disfrutarlo es tener buena disposición y amor por la música.
CiMa tuvo música para todos los gustos y sensibilidades, algunas presentaciones mezclaban arte y música, como la del flautista mexicano Wilfrido Terrazas y la artista Esther Gamez, quien, mientras el músico interpretaba sus composiciones, iba elaborando piezas de arte efímero a partir de flores, tierra, piedras, que tenían movilidad y causaban en los espectadores profundas impresiones por la belleza y la capacidad de transmitir, de una manera artística, lo que la música iba marcando. Es una presentación que nunca olvidaré.
También disfruté muchísimo la presentación de la soprano colombiana Lina Baldovino, acompañada en el piano por Daniel Pinzón. Lina es una gran intérprete, también admiré su capacidad histriónica, que es tan importante para la ópera.
El recital de flauta y piano, que titularon Suspiros de esperanza, del flautista francés Xavier Saint Bonnet y el pianista colombiano, radicado en Francia desde hace 10 años, Paulo Navarro, fue excelente, de un corte mucho más clásico y alegre, muy diferente a la presentación del flautista mexicano, de tono mucho más contemporáneo. El pianista Paulo Navarro, oriundo de Bucaramanga, también interpretó algunas piezas solo. El recital fue bellísimo.
Para mí la cereza del pastel fue la presentación del cuarteto de jazz Minor Sing, traído desde Francia gracias al apoyo de la Alianza Francesa de Manizales. Para los que nos gusta el jazz y lo que transmite, fue una oportunidad maravillosa. El grupo cuenta con un integrante de origen boliviano, que incluyó en la presentación algunas de las melodías de Mercedes Sosa, muy bien adaptadas para guitarra, que sirvieron como introducción a las piezas de jazz.
Para el cierre, el Festival organizó una tarde de música al parque, con mucha variedad, desde rock, pop, pasando por música andina y sonidos más autóctonos, como los del grupo Tambor Hembra, con sus cantoras. Esa tarde tuve la oportunidad de escuchar por primera vez a una cantante excelente, Laura Vargas, ganadora de la distinción Gran Mono Núñez Vocal 2025, acompañada por su grupo la Triada. La voz de esta mujer es privilegiada y hay que apoyarla, porque es talento nacional que va a dar mucho de qué hablar.
Muchas gracias a los organizadores del Festival, destaco a Yovanny Betancur Santa, director del CiMa, a quien vi en todas las presentaciones, atento a cada detalle y haciendo todo lo necesario para que funcionara de la mejor manera posible. Acompañándolo muchas otras personas, que no puedo nombrar aquí, pero puedo decir, sin lugar a dudas, que este Festival es una de las razones que hacen que Manizales sea la mejor ciudad para vivir.