Aguadas tiene historia antigua, desde la colonización, pues los españoles la vieron como fuente de riqueza al encontrar oro por ese territorio. Fue el capitán español Jorge Robledo quien se dio a la tarea de conquistar esas tierras, y el cacique Pipintá quien trató de contenerlo. Por eso hay un hermoso monumento en el cerro tutelar que lleva su nombre, de donde se pueden observar las mejores vistas de este municipio y de todo el territorio que lo rodea; municipios aledaños como Pácora, Marmato, Sonsón, el cerro del Capiro, el Nevado del Ruíz, entre otros.
Fueron los colonizadores antioqueños quienes llegaron para fundarla en 1808, constituyéndose como municipio en 1814.
Aguadas queda lejos. Lo más triste es que un municipio tan bonito e importante, que le ha dado uno de los objetos más emblemáticos a nuestro departamento, el sombrero aguadeño, no tenga buenas vías de acceso. Yo de verdad no me explico por qué pasan y pasan gobernadores y las vías en nuestro departamento no mejoran, con tanto potencial turístico que tiene este municipio desperdiciándose porque es difícil llegar a él, no me parece justo.
Cuando por fin se termina ese viaje, que parece eterno y se comienzan a recorrer sus calles, da gusto observar la belleza de sus casas pintadas de colores, con sus balcones decorados con tanto gusto, que es un placer recorrer esas calles empinadas, para observar unas fachadas como sacadas de un cuento.
Hay mucho qué visitar y conocer en este hermoso pueblo, confieso que a mí me quedó faltando tiempo para visitar muchos sitios de interés, pero pude comprar un sombrero elaborado por las hábiles manos de una artesana. El manejo de la palma de iraca es una labor admirable, por esto el trabajo de estas tejedoras debe ser apreciado y apoyado, para que no se pierda en el tiempo y sea reemplazado por copias baratas made in China.
El museo del Sombrero, que queda en la Casa de la Cultura de Aguadas, es digno de visitar, allí se puede apreciar la historia y la diversidad de este elemento, que ha sido tan importante para nuestra cultura cafetera y campesina, que también se ha convertido en un accesorio que muchas personas queremos usar, aunque sea sólo por capricho y porque nos hace ver bien. Así que, a ir a Aguadas y a comprarles sombreros a las artesanas, para que no sean los intermediarios los que se queden con las ganancias.
La iglesia de la plaza principal es digna de visitar, está pintada en colores alegres pero elegantes, y tiene un hermoso altar y un sagrario en madera que a mí me pareció bellísimo. La fachada es blanca, muy limpia y clásica. La plaza también cuenta con una hermosa fuente y un monumento a nuestro libertador, Simón Bolívar, además de hermosas Araucarias.
No puedo terminar este artículo sin hablar del pionono, pues cómo ir a Aguadas y no disfrutar de esta exquisitez de nuestra gastronomía. Es una industria que llevan adelante diversas familias y es un gusto comerlo. No pude visitar el pueblito viejo, en la misma casa de la cultura nos advirtieron que estaba en muy mal estado y sería una desilusión ir a verlo, así que ahí le queda una tarea pendiente al alcalde, para que futuros visitantes lo puedan ver.
Si arreglan la carretera me gustaría volver, esta vez para quedarme una o dos noches, para poder disfrutar del Festival del Pasillo, que lleva muchos años celebrándose en este pueblo y debe ser la oportunidad de ver a Aguadas en todo su esplendor.