“Esta guerra tiene culpables y responsables. Lo sabemos”. Dijo en emotivas y claras palabras, Miguel Uribe Londoño, padre del senador asesinado por las balas del odio y del resentimiento, en la Catedral primada, y agregó: “No tenemos ninguna duda de dónde viene la violencia. No tenemos duda quien la promueve. No tenemos duda quien la permite. Tenemos que plantar cara a esto y decir no más”.
Con el dolor de un padre que entierra a su único hijo y con la convicción de que su muerte fue inducida por el señalamiento obsesivo de que fue objeto en los últimos meses por el presidente Petro, quien lo señaló de ser el nieto del torturador de más de 10.000 colombianos, refiriéndose a su abuelo el expresidente Julio César Turbay Ayala, su sentida y enérgica oración fúnebre tuvo una fuerte carga política en la que hizo un llamado para “frenar la locura” en que está inmersa Colombia, cuyo final solo será posible en el 2026 con las elecciones presidenciales para sucederlo.
“Callaron a Miguel, pero no podrán callar la voz de millones de colombianos pidiendo a gritos un cambio”, aseguró.
Igual, María Claudia Tarazona, con asombroso estoicismo y valentía dijo: “Romper una familia; quitarle a un padre su hijo; a una esposa, su esposo; a unos hijos, un padre, es el acto de maldad más grande que pueda existir”, haciendo alusión a la repetición de la dura historia que Alejandro, su hijo de 4 años afronta hoy con el asesinato de su padre, quien, a los 4 años vivió idéntico drama cuando su madre; Diana Turbay Quintero, fue asesinada por Pablo Escobar.
“Nuestro país atraviesa los días más oscuros, más tristes y dolorosos. No solo por la muerte de Miguel, sino por los miles de colombianos que han perdido la vida en los años más recientes. La desolación y la desesperanza nos invade”, afirmó. Triste realidad.
Como lo dijera el expresidente Uribe: “Mataron la esperanza”. Pero Colombia que ha vivido entre la violencia política, la paramilitar y la del narcotráfico, sabrá salir airosa de esta apabullante encrucijada, defendiendo con valor y patriotismo la democracia que ahora más que nunca vemos en peligro, con un Gobierno populista integrado por corruptos, drogadictos confesos, travestis y gays. Leer al ministro de la Igualdad pedir por redes que lo llamen en femenino, porque él es “una marica”, da entender de manera clara que estamos ciertamente en el “Gobierno del Cambio”. Tanta corrupción y degeneramiento juntos, lejos está de ser un equipo preparado para dirigir y gobernar, sino para destruir y colapsar la institucionalidad.
Quienes piensan que Petro gobierna a la topa tolondra están equivocados. Él sigue un libreto cuyo propósito y finalidad es la destrucción de nuestro sistema democrático. Con malograda inteligencia ha sabido dar cada paso, obteniendo en tiempo récord lo que hombres como Chávez en Venezuela u Ortega en Nicaragua solo alcanzaron con el paso del tiempo.
Eso, precisamente, es lo que nos ha sacudido. El haber destruido el sistema de salud y la imposición por decreto de la reforma laboral, desconociendo al Congreso, está produciendo el despertar del país que espera retomar el camino que nunca debimos abandonar, para salir en defensa de nuestro sistema democrático en las votaciones del 31 de mayo entrante, fecha en que decidiremos en primera vuelta, que este presente de violencia y corrupción no seguirá más a partir del 7 de agosto del 2026.