Absteniéndose, por razones políticas, de reconocer a Maduro como nuevo presidente electo de Venezuela, tras su cuestionada reelección, Petro señaló que el bloqueo a ese país, realizado por los Estados Unidos no solucionará nada y en cambio creará serios problemas. En cuanto a que no solucionará nada, estamos en total desacuerdo, y en que crearía más problemas, le asiste toda la razón.

Veamos. El bloqueo, que no invasión, arreglaría problemas internos en un país obligado a un viraje extremo impuesto por las armas hace 26 años, cuando Hugo Chávez asumió el poder en febrero de 1999, y tres meses después de su fallecimiento, en noviembre del 2013, lo sucediera Nicolás Maduro.

Desde entonces, Venezuela ha enfrentado una gravísima crisis social, económica y política, desatando un crucial aumento de la delincuencia, la inflación, la pobreza y la hambruna. Fracasado el proceso revocatorio de su mandato en el 2015, por concentrar el poder total de órganos definitorios como el Tribunal Supremo de Justicia, el Consejo Nacional Electoral y las Fuerzas Armadas, procede a la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente, bajo condiciones irregulares, igual a como sueña Petro, arremetiendo contra sus opositores a los que encarcela e inhabilita electoralmente, no quedándoles otra alternativa que el exilio.

En cuanto a que el bloqueo crearía serios problemas, es absolutamente cierto. Problemas que afectarían, no solo a Maduro, pues el resultado final sería la caída del sátrapa y, por consiguiente, el derrumbamiento del pilar fundamental en que está apoyado el triunfo electoral de Petro en el 2026. Liberada Venezuela, significaría un avance en el triunfo de la derecha colombiana, sin equívoco alguno.

Claro que la caída del dictador Maduro y de la izquierda del siglo XXI que la gobierna, le causarían irreparable pérdida al aprendiz de dictadorzuelo en Colombia, por lo que se ha atrevido a decir: “El Cartel de los Soles” no existe. Las pruebas las tiene Estados Unidos, con declaraciones de cabecillas del narcotráfico, entregadas a la justicia norteamericana. La información la tienen bien fundamentada, con claras conexiones criminales en países azotados por este flagelo, como República Dominicana y México. La sola declaración de Petro de que este cartel no existe en Venezuela es de por sí un indicio contundente de su existencia, dada la apreciación que sobre él tienen la mayoría de países del mundo.

Los colombianos hacemos votos porque esta pesadilla petrista cese. Para lograrlo, se hace necesario derrumbar su discurso mentiroso de supuestas reivindicaciones populares. Su audiencia amenazante ha sabido mantenerla por la fuerte sintonía con sectores desfavorecidos y su peligrosa defensa de los grandes criminales, a quienes con su paz total saca de las cárceles, permitiéndoles, igualmente, a las Autodefensas Gaitanistas o Clan del Golfo, a las disidencias de la Segunda Marquetalia y del Eln continuar con sus ataques permanentes contra nuestra Fuerza Pública y de Policía, a las que mantiene maniatadas, consintiéndoles el escondite en territorio venezolano, tolerado y auspiciado por el sátrapa cuyo poder tiene los días contados.

Recientemente Petro dijo: “Estados Unidos está en la olla si cree que con este bloqueo a Venezuela, va a arreglar sus problemas”. El que está en la olla es Petro, quien saldrá el 7 de agosto de la Casa de Nariño.