Adorar y venerar
Señor director:
En la página 13 del 9 de diciembre dice el periodista que “20 mil faroles en alusión a la adoración a la Virgen María le dieron luz a la edición XXI de la Noche del Fuego en Salamina”.
Adorar es rendir a Dios un culto supremo, reconocerlo como Creador y Señor de todo, y rendirse uno como creatura suya ante Él. A la Virgen no la adoramos pero sí la veneramos, le rendimos culto de veneración; la reconocemos como la creatura más excelente, superior incluso a los ángeles; tratamos de imitar sus virtudes, la amamos y le pedimos que interceda por nosotros ante su hijo Jesucristo.
El culto a Dios se llama latría (del verbo griego latréuo=adorar); el culto a los santos se llama dulía (del verbo griego douléuoo= servir), porque ellos son siervos de Dios; el culto a María Santísima se llama hiperdulía (adverbio griego hýper=en mayor grado, más) porque la Virgen es la principal servidora del Altísimo.
Atentamente,
Observador católico
Lágrimas
Señor director:
Los ciudadanos, atraídos tanto porque estén a favor como porque estén en contra, pueden equivocarse al elegir a alguien. Si este no da la talla y la democracia no ofrece fórmulas viables de corregir, el elegido podría, una vez que ni quiere hacer ni hace y se pone contra todos, tener la decencia de sin súplicas, quejas o lágrimas, seguir este poema:
«El dios abandona a Antonio»
Cuando, de pronto, se deje oír a medianoche
el paso de una invisible comitiva,
con músicas sublimes y con voces,
tu suerte que cede, tus obras
malogradas, los planes de tu vida
que acabaron todos en quimeras, será inútil llorarlos.
Como el que está listo ya hace tiempo, como el valiente,
despídete de ella, de la Alejandría que se marcha.
Sobre todo, no te engañes, no digas que fue
un sueño, ni que se confundieron tus oídos;
no te rebajes a tan vanas esperanzas.
Como el que está listo ya hace tiempo, como el valiente,
como te corresponde por haber merecido tal ciudad,
quédate firme frente a la ventana
y escucha con emoción
—no con las súplicas y las quejas de los cobardes—
el rumor, cual un último deleite,
los sublimes instrumentos de la secreta comitiva,
y despídete de ella, de la Alejandría que pierdes.
C.P. Cavafis – 1911
Luis Fernando Gutiérrez