Trabajo sí hay
Señor director:

Uno de los anhelos que tenemos los colombianos es que haya oportunidades para todos los hijos de esta tierra, para todos los que tuvimos la fortuna de nacer en un país tan bello, pero tan lleno de injusticias e inequidades. Sin trabajo no hay ingresos y sin ingresos no hay bienestar. La mayoría de los colombianos creemos que deberán producirse cambios, pero esos cambios no son para empeorar, sino para mejorar.
Acabar con la politiquería barata y de mala muerte que ha sido instalada para favorecer a unos y perjudicar a otros, politiquería que como empresa funciona con base en el clientelismo para pagar con empleos la fidelidad de sus seguidores haciendo de esta actividad un negocio que seguramente estamos muy, pero muy lejos de acabar buscando un bien social y no particular o de grupúsculos, oportunistas que siguen teniendo vigencia a pesar de su vetustez como dueños del botín político como lo es el erario que de suyo lo alimentamos todos con los impuestos que pagamos o pagamos para evitar que nos rematen lo poco que tenemos.
Cuando llegan opciones nuevas, nos entusiasmamos para elegir personas supuestamente de avanzada con idearios distintos, con posturas diferentes, con miradas que al parecer están comprometidas con un nuevo estilo de administrar el Estado, pero las cosas no cambian y al parecer lo que se aprecia es incertidumbre que trae malestar y desconfianza acompañada de frustraciones, en un mar de confusiones y de caos social difícil de darle una nueva dirección a lo que ha venido torcido desde hace muchos años.
TRABAJO SÍ HAY, pero no para los ciudadanos del común, para quienes honradamente quieren y necesitan trabajar. Con vacantes y sin vacantes resultan o resultan puestos de trabajo para quienes tienen como palanca desde siempre a los gamonales de la vieja guardia que aún subsisten como garrapatas aferradas al poder sin que los años los convenzan de que ya es tiempo de darle paso a una nueva generación de gente joven que renueve los idearios de un nuevo amanecer político.
Existen las camarillas y los clanes que, enquistados en el poder y rodeados de influencias, no saben lo que es el desempleo porque los mimados de siempre son los que usufructúan como algo que a ellos y solo a ellos corresponde, excluyendo a muchos otros que no tienen acceso por el desorden imperante como hijos legítimos de las viejas y aberrantes malas costumbres de la vieja escuela de los politiqueros que siguen vigentes a pesar de años.
TRABAJO SÍ HAY, pero para quienes como borregos han seguido y siguen los lineamientos de jefes para quienes no pasa la historia y continúan como momias egipcias sin que para ellos y sus prosélitos fieles y leales continúan entonando los viejos acordes “de los idearios” de la vieja guardia, pensando cómo hacer esguinces y malabarismo con gran habilidad para que los vientos de la renovación no les vayan a tumbar su edificio donde continúa incólume el búnker de su marchita lumbre que para ellos el tiempo apenas los ha mohoseado, pero no ha decretado su extinción de la faz de la política colombiana como lo merecemos el pueblo colombiano.
Es decepcionante ver como los políticos tradicionales, que tanto daño le han hecho al país, arrimándose al nuevo Gobierno posando para la foto con los nuevos mesías que pregonan cambios tratando de reencaucharse y de no desaparecer, porque “eso tan bueno y tan rentable es muy difícil de encontrar”. Una guaca así hay que conservarla. ¿Cuándo será que los viejos zorros de la politiquería (megaterios), se dan cuenta de que su ciclo ha terminado y que ya es tiempo de colgar los tenis y buscar un arrepentimiento para que no les vaya muy mal cuando trasciendan, porque todo lo malo que se hace, tarde o temprano se paga. La historia no olvida y a veces no perdona.
Cordialmente
Elceario de J. Arias Aristizábal

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