Las orillas ideológicas
Señor director:
En todos los países que se rigen mediante el sistema democrático, fundamentado en elecciones libres , mediante las cuales a los ciudadanos se les otorga un derecho al voto para que decidan los temas trascendentales de gobierno y la convivencia, como es en este caso la elección del Presidente de la República, se enfrentan visiones de mundo e imaginarios que se expresan mediante relatos para que las personas puedan asumir y explicar las realidades tanto en lo individual como en lo colectivo.
Generalmente, estas visiones, imaginarios u orillas ideológicas son estructuradas y lideradas por movimientos o partidos políticos y en general por todo tipo de organización cuya naturaleza sea la búsqueda de poder en el entorno social de los seres humanos. De esta manera, la cultura humana no es neutra y mucho menos es un papel en blanco. Quiere decir lo anterior que todos los actos individuales y colectivos obedecen y representan un relato instalado en el imaginario o visión colectiva de las realidades de una época. Desde una u otra orilla ideológica es que se construyen las propuestas que el ciudadano común y corriente decide en las urnas con su derecho al voto, en este juego tan antiguo y aparentemente simple llamado democracia.
Si usted es cercano a la orilla del statu quo, y yo lo soy más a la orilla transgresora, pero ambos estamos en la luz de la civilidad, no tenemos que destruirnos en las oscuridades de la barbarie, sino jugar en serio a construir la democracia y respetar las reglas del juego. Por tanto, desde la civilidad, el relato común es el de tomar partido y votar a conciencia por una u otra propuesta, materializando así el acto ciudadano responsable y respetuoso de las decisiones.
Consecuentemente, este 19 de junio, usted y yo, como ciudadanos, compartiremos el ideal de poder ver algún día a este hermoso país llamado Colombia, política y culturalmente cohesionado mediante los principios de la Constitución o Carta Magna de 1991. Por tanto, vamos a decidir el rumbo del Gobierno en los próximos cuatro años, con la elección del nuevo Presidente de la República, quien será nuestro líder reconocido para que lo ejerza junto a un equipo de personas calificadas.
Yo particularmente me he decidido por la visión progresista, aquella que moviliza el miedo hacia el asombro y creación de la osadía; no quiere decir que abandone mi deber de problematizar las fórmulas porque esto, precisamente, es jugar en serio a la democracia, el juego humano en donde se puede descubrir, además del respeto a la igualdad en la diferencia, que “sólo odia al otro quien así mismo se odia…”.
Javier H. Arias Ospina
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