Señor director: El 7 de octubre de cada año celebra la Iglesia a Nuestra Señora del Rosario. La festividad, instituida por el papa San Pío V, se llamó originalmente Santa María de la Victoria, puesto que se estableció para conmemorar y agradecer la victoria obtenida en esa fecha de 1571 en el golfo de Lepanto (o de Corinto) contra la flota turca y mahometana comandada por el almirante Alí Bajá; la armada cristiana estaba compuesta por las escuadras de los Estados Pontificios, la Serenísima república de Venecia, y España, potencias que formaban la Santa Liga; aquella flota europea navegaba bajo la enseña del almirante don Juan de Austria, hijo bastardo del emperador Carlos V de Alemania (Carlos I de España). En esa acción naval fue herido de un arcabuzazo don Miguel de Cervantes Saavedra, a consecuencia de lo cual perdió el movimiento de un brazo, lo que le valió el calificativo de El Manco de Lepanto. El éxito de tan memorable batalla naval se atribuyó en muy buena parte al rezo del rosario. Nuestra Señora, la Bienaventurada Virgen María del Rosario, es la patrona principal ante Dios de la arquidiócesis de Manizales; es también patrona principal ante Dios de la ciudad de Manizales; y es la titular (la que da el título o nombre oficial) de la Catedral Basílica Metropolitana y del Seminario Mayor. Se dice “patrona principal” porque una diócesis o una ciudad o un país pueden tener patronos secundarios; por ejemplo, Colombia tiene como patrona principal a la Virgen de Chiquinquirá, pero cuenta con el celestial patrocinio secundario de San Luis Beltrán (o Bertrán). El patrono es un intermediario de gran categoría entre Dios y su pueblo, tanto para elevar plegarias al cielo como para obtener beneficios del Altísimo. La arquidiócesis siempre ha celebrado la fiesta patronal. Este año el programa fue variado y sustancioso: conferencia espiritual para el clero, concelebración eucarística solemne y banquete fraterno. La plática tuvo lugar en el aula máxima del Colegio de Nuestra Señora y estuvo a cargo de monseñor Carlos Arturo Quintero, obispo de Armenia, excelente predicador y comunicador muy eficiente. La santa misa fue presidida por monseñor José Miguel Gómez R., arzobispo de Manizales; contó con la asistencia y participación de casi todos los presbíteros, los diáconos, los seminaristas y buen número de religiosas y de fieles. El organista, alumno del seminario, se lució con su arte exquisito. Y a propósito de “exquisito”, así fue el banquete que se sirvió en Villa Kempis, en medio de un ambiente de fraternidad y de entusiasmo pastoral. Como ha sido costumbre, también en esta ocasión el pastor de la arquidiócesis destacó los méritos de los ministros eclesiásticos “jubilares”. Entre ellos el padre Evelio Valencia García, próximo a llegar a la cima de los cien años de edad; el padre Javier Vásquez Idárraga con sesenta años de ejercicio ministerial; y los que llegaron a las bodas de oro y de plata sacerdotales o diaconales. La iglesia particular de Manizales, esto es, la arquidiócesis, experimentó una renovación espiritual y apostólica en esta oportunidad, por la gracia del Espíritu Santo y el patronazgo de María, la Virgen del Rosario. Jaime Pinzón Medina, presbítero

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