
Foto | Cortesía | LA PATRIA | PEREIRA |
Tinteritos Mistrató es un proyecto del colegio Instituto Mistrató que ayuda a niños y jóvenes a vincularse a todo el proceso de producción de café de especialidad
Mistrató es un pueblo encerrado entre montañas. En sus laderas ha coexistido la diversidad étnica que hace de Risaralda un paraíso de tres culturas. Cada una de ellas tiene algo en común: el amor por el café.
Así lo ha visto John Jairo Cano, uno de los docentes del Instituto Mistrató sede Alto Pueblo Rico, quien con sus compañeros en la sede, han vinculado a varios estudiantes alrededor de un proyecto educativo de café de especialidad.
De la escuela a la taza de café
El camino comenzó años atrás con el Proyecto Pedagógico Productivo Escuela y Café, una estrategia que ha sido clave en muchas postprimarias rurales del departamento.
Desde 2014 la sede educativa Alto Pueblo Rico ha venido implementando esta propuesta que busca formar a los estudiantes en los procesos básicos de producción cafetera: desde la germinación del grano hasta la venta del pergamino seco.
Esta primera etapa buscaba reforzar el conocimiento empírico que los niños ya traían de sus hogares cafeteros y fortalecerlo con herramientas técnicas para dar pasos más firmes hacia un relevo generacional con identidad, arraigo y sostenibilidad.
Pero el proyecto no se detuvo allí. En 2020 nació Tinteritos Mistrató, –al principio se llamó Cafeteritos pero cambió de nombre cuando se desligaron de la Fundación Marsella– gracias a una alianza con la Fundación Marsella Juega y Educa.
Con el apoyo de Arelis Murillo y su hijo Julián, quienes visualizaron junto al docente John Jairo Cano Moreno una nueva forma de llevar la cultura cafetera más allá del cultivo.
La ciencia del sabor
Con la llegada de algunas máquinas y suministros iniciales, donados por la fundación, comenzó una nueva aventura: enseñar a los niños a transformar el café, a preparar bebidas con métodos como Chemex, Prensa Francesa, Aeropress, V60, sifones japonés y belga, y la tradicional olleta.
A esto se sumó la creación de bebidas de diseño como la Meliponaria Relax o Coffee Berry, donde los estudiantes mezclan café con ingredientes como miel de abejas nativas, propóleo, frutas, hierbas aromáticas o maracuyá. Cada receta es una muestra de creatividad, conocimiento y arraigo.
Actualmente, cerca de 30 estudiantes hacen parte del proyecto, formándose de la mano de baristas profesionales articulados por medio del Comité de Cafeteros de Risaralda.
Niños como Leandro Aguilar Ramírez, Mateo Velásquez o Emmanuel Loaiza ya se han convertido en multiplicadores del conocimiento. Con su Chemex al hombro y el delantal bien puesto, viajan a otras escuelas, veredas y encuentros campesinos para compartir lo que han aprendido.
“Ahora nosotros enseñamos lo que sabemos. Ya no solo aprendemos de nuestros padres, también ayudamos a que más niños conozcan el valor del café. Eso nos llena de orgullo”, dice uno de los tinteritos.
La voz de los Tinteritos
Leandro Aguilar Ramírez es uno de ellos. Desde muy joven se sintió atraído por la caficultura gracias a la influencia de su padre, un caficultor de toda la vida.
Pero su perspectiva cambió radicalmente cuando, en 2020, una profesora llegada desde Marsella los introdujo en el mundo del barismo y los procesos de café de alta calidad.
“Gracias al proyecto aprendí a preparar un buen café, a expresarme mejor y a entender que con el café se puede construir un negocio. Ahora sueño con tener una marca propia”, cuenta Leandro con entusiasmo.
Él mismo ha sido ganador en competencias nacionales con una bebida de diseño llamada Meliponaria, hecha a base de miel y polen. Cada taza que prepara tiene la medida justa: una cucharada de miel, una de polen, 7 gramos de café y 100 mililitros de agua. “Todo con técnica y mucho cariño”, dice.
Emmanuel Loaiza, otro joven tinterito, cuenta que el grupo ha llevado su conocimiento a otras veredas del municipio como Jardín y Jardincito.
“Nosotros visitábamos esas escuelas los viernes en la tarde. Queríamos que más niños aprendieran lo que nosotros habíamos aprendido. Ahora, muchos de ellos ya llegaron a nuestra sede y participaron en un encuentro nacional en el Parque del Café, donde ganaron en métodos como Chemex y V60”, recuerda con orgullo.
El proyecto no solo les ha enseñado sobre café, sino también sobre liderazgo, trabajo en equipo y expresión oral.
“Hablar frente a muchas personas ya no da tanto miedo. Sabemos cómo contar lo que hacemos y eso nos va a servir toda la vida”, dice Leandro.
Apoyo de padres
Pero la emoción de este proceso no la viven solo los estudiantes. Adriana Parra, madre de uno de los niños del grupo, no oculta su alegría cuando habla del impacto del proyecto en su hijo:
“Me siento muy orgullosa de saber que él y sus compañeros hacen parte de algo tan hermoso. Ellos ya saben sobre fermentación, sobre preparación, sobre lo que hay que hacer para obtener una taza de calidad. Lo más bonito es que también se enseñan entre ellos y enseñan a otros niños en otras escuelas”.
Adriana también agradece al profesor John Jairo, quien ha sido un pilar fundamental para que los Tinteritos crezcan, participen en ferias, mercados campesinos y encuentros regionales.
“Gracias a él y a todos los padres que han creído en esto. Ver a los niños representar a su comunidad con una taza de café en la mano es una bendición. Ellos no solo siembran café, están sembrando futuro”.
Y es que, como dice Adriana, el café no es solo para cosechar y vender. También es para transformar, para compartir y para darle valor agregado. Por eso hace una invitación:
“A todos los padres, si sus hijos tienen café, si les gusta, si sueñan con quedarse en el campo, apóyenlos. No se trata solo de cultivar, sino de darle valor a lo que tenemos, de hacerlo con amor y con conocimiento”.
Sembrando futuro
Desde 2023, los tinteritos han comenzado a replicar el proyecto en otras veredas. Ya no son solo aprendices, sino formadores. Niños enseñando a niños. Esta pedagogía horizontal ha permitido que nuevas generaciones entren al mundo del café con una visión más integral y sostenible.
Este proyecto no solo les está enseñando a ser baristas. Les está enseñando a ser líderes, emprendedores, voceros de su cultura y defensores del territorio.
Y aunque comenzaron con 10 estudiantes, hoy Tinteritos Mistrató es una comunidad en crecimiento, una pequeña revolución rural que demuestra que desde las aulas del campo también se puede innovar.
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