Lo que dejó la tragedia para Colombia

Fotos | Freddy Arango LA PATRIA

La tragedia de Armero se convirtió en caso de estudio clásico de la vulcanología global y la gestión del riesgo. Investigaciones publicadas se agrupan en colecciones de revistas como Nature Geoscience.

El 13 de noviembre de 1985, la geóloga Marta Lucía Calvache Velasco se encontraba en su apartamento del barrio Villapilar en Manizales. No tenía teléfono y las noticias llegaban por radio.

Al enterarse de que el Nevado del Ruiz había entrado en proceso eruptivo, pensó que Manizales recibiría una lluvia de ceniza, como ya había ocurrido semanas antes. Sin embargo, la magnitud del desastre solo se reveló después: Armero había desaparecido bajo toneladas de lodo y escombros.

Al día siguiente, Calvache partió hacia el Nevado con un grupo técnico, subió a pie hasta la zona del Inderena. Los caminos estaban cortados, algunos pequeños flujos aún descendían de la montaña.

En los días posteriores, trabajó junto a vulcanólogos de Estados Unidos, Islandia, Japón y otros países para recuperar datos y entender qué había ocurrido.

Comenzaba así una etapa que cambiaría la forma en que Colombia y el mundo entienden y enfrentan las amenazas naturales.

Antes de 1985, Colombia operaba bajo el modelo de “atención de desastres”. Solo se actuaba después de una emergencia. A partir de Armero, se dio un giro hacia la gestión del riesgo, que implica anticiparse, planear, educar y reducir la vulnerabilidad.

 

Lo que dejó la tragedia para Colombia

Para Colombia fue un llamado urgente a reforzar sus instituciones: el Servicio Geológico Colombiano y otros organismos incrementaron capacidades de monitoreo, tecnología y personal. Calvache Velasco destaca convenios internacionales, sensores remotos y sistemas telemétricos.

Cambió la visión de que “esto no me pasará a mí”: Calvache lo sintetiza: “somos vulnerables aún sin estar junto al cráter”. Esa conciencia es hoy parte del discurso de riesgo.

En Colombia se pasó de una mentalidad de “atención de desastres” a una de “reducción de riesgos”. Por ejemplo, en 1989 se creó el Sistema Nacional para la Prevención de Desastres que marcó esa transición.

El Servicio Geológico Colombiano desarrolló observatorios volcánicos en Manizales, Pasto y Popayán. Se invirtió en formación de talento humano, convenios con universidades y organismos internacionales.

Calvache destaca que ella misma pudo hacer su maestría y doctorado mientras era funcionaria pública, en parte gracias a esa política de fortalecimiento institucional.

Se empezó a entender que el desarrollo urbano y territorial debe incorporar los fenómenos naturales, no solo en mitigación sino en planificación: zonas de exclusión, rutas de evacuación y sistemas de alerta efectivos.

Aún persisten retos: la inversión pública es lenta, los procesos administrativos dificultan la compra de tecnología, la preparación local varía mucho. Calvache lo reconoce con franqueza.

Se descubrió la necesidad de educar a la población. Antes de Armero, muchas personas no podían imaginar que un fenómeno ocurrido en la cima de una montaña impactara un pueblo a más de 70 kilómetros de distancia.

 

“Conocer el lugar donde se vive, su historia natural, sus amenazas, es un derecho y una responsabilidad”, asegura La cient´ifica Marta Lucía Calvache Velasco.

Estas son las principales lecciones internacionales de Armero

1. Ciencia y monitoreo volcánico

Tras el desastre se estableció un monitoreo permanente: sismógrafos telemétricos, que estudian la deformación del terreno y observatorios volcánicos activos.

Se comprendió que no basta con publicar artículos: el conocimiento debe “democratizarse”, es decir, llegar a autoridades, comunidades, gestores de riesgo. Calvache Velasco lo subraya: el conocimiento debe dejar la academia.

La tragedia reforzó la noción de que los lahares (flujos de barro volcánico) constituyen amenazas tan mortíferas como erupciones explosivas, y deben estar en el centro de la vigilancia.

 

2. Gestión del riesgo y cambio de paradigma

La destrucción de Armero generó que la United Nations Office for Disaster Risk Reduction catalogara este suceso como “un punto de inflexión” en la historia de la gestión de riesgos. Por ello para el volcán Mount Rainier, en el estado de Washington (EE.UU.), se diseñaron planes de evacuación y simulacros tomando como referencia lo ocurrido en Colombia.

Uno de los aprendizajes clave: la amenaza existe, pero el riesgo depende de decisiones humanas como dónde vivo, cómo se construye, qué hago ante la alerta. Calvache lo resume: “una cosa es la amenaza, otra es mi decisión”.

Se aprendió que los mapas de peligros no sirven si no se socializan, si la comunidad y la autoridad no los interpretan juntos, y si no se implementan protocolos claros. En Armero había mapas de amenaza que no fueron cabalmente utilizados.

 

3. Comunidad, educación y comunicación

El desastre mostró que la población no estaba preparada mentalmente para fenómenos volcánicos: no se imaginaban una avalancha de barro que bajara desde el glaciar a su pueblo. Calvache Velasco apunta a esa brecha entre percepción común y realidad geológica.

También se aprendió que la desinformación o los mensajes confusos agravan la crisis. En 1985 hubo fallas de comunicación, mensajes contradictorios, y la evacuación no se decretó a tiempo.

 

¿Quién es la doctora Calvache Velasco?

Marta Lucia Calvache Velasco es geóloga de la U. Nal de Colombia, estudió geotermia en la U. de Auckland (Nueva Zelanda) y vulcanólogía en la U. de Luisiana (EE.UU), hizo doctorado en la U. de Arizona (EE.UU.) y postdoctorado en la U. de Hokkaidō (Japón).

Inició su vida laboral el la división geotérmica de la Chec (en Manizales) en 1985 ingresó al comité de estudios vulcanológicos de Caldas, en 1986 ingresó al Servicio Geológico Colombiano (SGC), llamado en esa época Ingeominas, allí permaneció por el resto de su carrera, hasta hace tres años.

Fue directora del Observatorio del Volcán de Pasto y de Manizales, así como jefa de la sección de vulcanología del SGC. Ha publicado numerosos artículos científicos sobre la vulcanología y el vulcanismo de los volcanes activos de Colombia. Es toda una autoridad en Colombia y el mundo en vulcanología y prevención del riesgo.

 

 

 


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