Al homicidio de Gustavo se sumaron las amenazas y el desplazamiento de sus familiares.

Foto | Cortesía La Super Radio Chinchiná | LA PATRIA

Al homicidio de Gustavo se sumaron las amenazas y el desplazamiento de sus familiares.

El temor ante la nueva generación de la banda del sector de El Hueco, en el barrio La Frontera de Chinchiná (Caldas), llevó al homicidio de Gustavo Alberto Posada Cárdenas el 24 de junio pasado.

Al parecer, esta fue una advertencia contra un hermano del occiso, que fue de la vieja guardia en el tráfico de estupefacientes, hoy pagando una condena con permisos de 72 horas y cuya familia debió salir desplazada por miedo a que otro muriera.

 

Ataque y burlas

Luego de despedirse de su esposa, Gustavo Alberto salió, como era costumbre, a las 5:00 de la mañana a trabajar en una finca de Palestina (Caldas). Había recorrido dos cuadras en su moto cuando vio a Rayo y a Chiqui o Chinga e intentó retroceder, pero tropezó y se cayó.

Los sujetos lo rodearon, sacaron sus armas de fuego y lo mataron, estando indefenso y en el piso. Al escuchar las detonaciones, la mujer salió corriendo a ver lo que ocurrió y vio cómo estos le seguían apuntando al cadáver mientras se burlaban.

Estupefacta e inmóvil presenció la escena, mientras los sicarios la voltearon a mirar y le apuntaron sus armas, pero no dispararon y huyeron. Ella corrió hasta Gustavo, le habló cariñosamente y le pidió que resistiera. Vecinos y familiares se acercaron, y cuando llegaron los socorristas, ya no había nada qué hacer.

 

Jóvenes e imputados

Este miércoles, ante el Juzgado Cuarto Promiscuo Municipal de Chinchiná, la Fiscalía le imputó cargos a Rayo por homicidio agravado y porte ilegal de armas. Negó su responsabilidad, al igual que Chiqui, a quien judicializaron en una audiencia pasada.

Rayo, de 18 años, es casi tan joven como su compinche, con 20, y los señalan de sembrar el terror con la banda de El Hueco en La Frontera. Dicen que hacen alarde de sus fechorías, intimidan a la ciudadanía, se dedican al microtráfico, al sicariato y al hurto.

A ambos los capturaron durante operativos contra el tráfico de estupefacientes y los enviaron a la cárcel, pero en las calles siguen otros miembros de la banda. De hecho, al más joven lo detuvieron seis días después del homicidio.

 

Obligados a abandonar su hogar

Tras la muerte de Gustavo, esta banda no se tranquilizó y por el contrario siguió atacando a su familia. Al que veían, le disparaban o lo intimidaban. Primero tuvo que irse su padre, luego le siguió su madre, y posteriormente una hermana, pues la banda les siguió haciendo inteligencia.

30 años de tradición en el barrio terminaron en un desplazamiento forzado, un miembro muerto y otro escondido por los múltiples atentados que le han hecho, sin éxito. Para la gente, con la captura de estos dos sujetos no es suficiente, pues teme que el resto del combo continúe.

 

El enemigo inventado

Carlos, hermano de Gustavo, paga su pena de prisión en otra ciudad del país. Ante el tiempo que llevaba recluido, le empezaron a dar 72 horas de permiso, las que aprovechó visitando a su familia en Chinchiná.

Los señalados delincuentes pasaron de saludarlo a verlo como una amenaza a su nueva línea de venta de droga. Siempre que llegaba, lo amedrentaban y le hacían disparos. En la primera ocasión contrataron, al parecer, a un hombre del barrio Solferino de Manizales.

En las otras, fueron los mismos de El Hueco quienes lo intentaron matar. Las casas de sus familiares tienen en las fachadas las marcas de los proyectiles. Temiendo algo peor, acudieron a la Policía, pero la respuesta fue que ya había orden de captura y pronto los agarrarían. Pero la detención llegó tarde, ya cuando el luto invadió a la familia de Gustavo.

 

El combo

Un testigo explicó que a Rayo y a Chiqui los acompaña otros sujetos como los Gemelos, el padre de estos conocido como Morocho, Yeifer, Manila, Gasolino, el Chamo y un menor de edad, primo de otro hombre asesinado recientemente en Chinchiná. Martín, quien está en la cárcel, sería el líder.

 

Con otro muerto encima

A Chiqui o Chinga, conocido así por su baja estatura, le hicieron un atentado, por lo que perdió un ojo. Al parecer, es responsable de otro homicidio.