Para que la economía estadounidense mantenga su senda de crecimiento, la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) bajó las tasas de interés, decisión que no tomaba desde el 2008 cuando estalló la gran crisis financiera en el mundo debido a la burbuja inmobiliaria. La rebaja fue de un cuarto de punto, con lo que quedaron en una banda entre el 2% y el 2,25%. Hace 10 años la determinación de llevar los tipos casi que a nivel cero obedeció a la estrategia de reactivar la principal economía del planeta, que parecía resquebrajarse. Solo cinco veces en 25 años se ha dado un recorte similar.
Ahora bien, esta vez el cambio en la Fed tiene motivaciones distintas y no parece ocurrir por la confianza en la manera como crece la economía estadounidense, sino como una manera de prevenir posibles efectos negativos de la guerra comercial que el presidente Donald Trump impulsa frente a China, y que acaba de agudizar con el anuncio de nuevos aranceles a los productos de ese país. Es decir, la idea del organismo es evitar que las provocaciones del mandatario de ese país al resto del mundo afecten a los sectores productivos y el empleo. Es un seguro, un escudo, para enfrentar un porvenir incierto, y una forma de lograr un leve incremento en la inflación, con precios que no se derrumben. Las bajas tasas deben estimular la inversión, así como el gasto de los consumidores.
Normalmente, a una baja de tasas le sigue una apreciación del mercado bursátil en el mundo y un encarecimiento del petróleo, pero esta vez ocurrió lo contrario, cayeron los índices de las bolsas y el petróleo, pues los mercados le temen a las consecuencias de la guerra comercial que impulsa Trump con la China y a la salida sin acuerdo del Reino Unido de la UE, de la mano del Boris Johnson, el populista nuevo primer ministro británico.
En Colombia, en línea con las consecuencias contrarias de menores tasas en Estados Unidos, se desvalorizó el peso, con lo cual se trastornan todas las predicciones de crecimiento y estabilidad que estimaban los analistas económicos. Ante esta nueva coyuntura, el Banco de la República deberá ser muy asertivo en sus próximas decisiones, pues dejar las cosas como están podría afectar las metas de crecimiento e inflación en el país.
La cautela de la Fed parece sana ante un panorama que muestra poco crecimiento, poca inflación y poca inversión, a lo que se le ha llamado “japonización” de la economía norteamericana. Lo más seguro es que vengan nuevos recortes en lo que resta del año, pero todo dependerá de la reacción de los mercados. La idea es que no haya una desaceleración, que es la amenaza que se cierne sobre la economía de los Estados Unidos, donde el consumo también se mantiene bajo. Una recesión próxima generaría una catástrofe no solo a los estadounidenses sino al mundo entero.
Si la estrategia de la Fed funciona, podrían empezar a llegar a países como Colombia capitales de inversión significativos, que serían útiles para impulsar proyectos que están aplazados. Así, Trump podría recibir el bumerán de sus equivocadas políticas proteccionistas, que solo tienen el objetivo de construir un escenario que le permita mantenerse en el gobierno por otros cuatro años.