Hay una frontera difusa entre realidad y ficción que nos produce vértigo: Un adolescente de 14 años fue asesinado por su “primer amor”, su exnovia de 15 años, con ayuda de su compañero de 14 años, en un barrio de Bogotá. Otro muchacho de 14 le dispara tres veces al senador Miguel Uribe Turbay y desata una crisis política.

En la miniserie Adolescencia, la historia se inicia con la entrada violenta de un escuadrón de policía a una casa en un barrio modesto británico para detener a un angelical adolescente de 12 o 13 años acusado de matar a su compañera. La miniserie ilustra bien el informe del Banco Mundial sobre una nueva tragedia de la educación colombiana y mundial: la falta de habilidades emocionales en los escolares, “proactividad, adaptabilidad, honestidad y capacidad de trabajar en equipo”, según un breve artículo titulado Las emociones valen tanto como los conocimientos del Banco Mundial.

Las reconocidas pruebas educativas internacionales PISA, cuya evaluación del 2022 revela que “los adolescentes latinoamericanos se encuentran en una crisis de aprendizaje: De cada cuatro estudiantes en la región, tres no tienen habilidades básicas de matemáticas ni de lectura”, incluyeron, en el 2023, la Encuesta sobre habilidades sociales y emocionales, la cual demuestra que los adolescentes tampoco poseen sólidas habilidades socioemocionales.

La prueba también se aplicó en Bogotá y midió aspectos cada vez más difíciles de desarrollar en el hogar:

 Habilidades para el desempeño de tareas (persistencia, responsabilidad, autocontrol y motivación por logros).

 Habilidades para la regulación emocional (resistencia al estrés, control emocional y optimismo).

 Habilidades de interacción con los demás (asertividad, sociabilidad y energía).

 Habilidades de apertura mental (curiosidad, creatividad y tolerancia).

 Habilidades de colaboración (empatía y confianza).

Según los resultados, “los jóvenes de 10 y 15 años en Bogotá informaron niveles más bajos de la mayoría de las habilidades sociales y emocionales en el 2023 en comparación con el 2019”; además, “las niñas de 15 años de Bogotá informaron niveles más bajos de habilidades de regulación emocional (resistencia al estrés, control emocional, optimismo), energía, sociabilidad, autocontrol y confianza que los niños de 15 años”.

El informe ofrece conclusiones que contradicen los estereotipos sociales sobre la distribución de las habilidades emocionales. El control emocional -tan fundamental para la vida y para el trabajo, es decir, la capacidad emocional de imaginar el futuro, la energía, el optimismo y la sociabilidad- disminuyó entre los adolescentes en el 2023 respecto al 2019.

Tanto en el control emocional como en la energía, el optimismo y la sociabilidad, los niveles de ambos sexos fueron más bajos en este periodo. Sin embargo, la caída fue significativamente mayor en las niñas. En cuanto a la resistencia al estrés, la brecha de género se amplió: las niñas mantuvieron niveles similares a los de 2019, mientras que los niños mostraron mejoras.

Las mayores caídas se observaron en las habilidades de apertura mental (curiosidad, creatividad y tolerancia) y en el optimismo. Las niñas experimentaron reducciones más marcadas en el control emocional, la energía, la resistencia al estrés y el optimismo.

En Manizales, en el año 2024, un solo colegio reportó 90 casos que requirieron la “activación de la Ruta de Atención Integral” en salud mental; otros dos registraron 50 casos, además de múltiples situaciones vinculadas con el consumo de sustancias otros más.

¿Cómo es posible enseñar en estas condiciones emocionales?