Muy lamentable que la sede de Gensa se traslade a Boyacá como lo están exigiendo algunos líderes de dicho departamento y ante lo cual, desde Caldas han salido al paso y han reaccionado en defensa de su permanencia en Manizales. Pero defender su permanencia se complica a la luz de los resultados financieros de la compañía. En 2023 y 2024 registró pérdidas por $55.304 y $99.213 millones respectivamente, lo cual es el resultado de contratos de venta de energía suscritos entre 2020 y 2021, según el gerente de entonces, por orden de su Junta Directiva. A partir de dichos contratos, Gensa vende la energía a un precio que no cubre sus costos de producción. La compañía estaba vendiendo su energía a $279,30/kWh mientras el mercado, según reporte de XM, se estaba contratando a $310,81/kWh.
Pero no solamente es eso. Según la Contraloría General de la República, en 2024 la administración de la Compañía debió renegociar contratos de venta de energía para disminuir las cantidades a suministrar y suspender algunos de ellos para disminuir la exposición en bolsa. Es decir, entre 2020 y 2021 se vendió más de lo que se podía producir y en consecuencia, Gensa debió comprar en la bolsa a precios altos para honrar contratos a precios bajos. Un desastre. La fórmula de alivio ha consistido en una capitalización por $90.000 millones por parte del Ministerio de Hacienda, su accionista mayoritario, es decir, los impuestos de todos usados para cubrir el impacto de malos negocios.
La misma Contraloría sin ruborizarse deja mucho que pensar al señalar que “esta situación obedece al aumento significativo de los costos de ventas por el fenómeno del niño en el segundo semestre del 2023 y durante la vigencia 2024 incrementándose sustancialmente el precio de la energía en bolsa y la guerra de Ucrania y Rusia que encareció el precio por tonelada de carbón”. En otras palabras, la culpa es de los otros. Buscando la fiebre en las sábanas, como me decía mi padre y se queda uno sin saber si están encubriendo el desastre o simplemente no saben de lo que hablan. Si el precio del carbón se le incrementó a Gensa es evidencia contundente de que no tiene contratos firmes de compra, lo cual es entendible dadas las condiciones de informalidad de la minería en Boyacá. Pero que la administración de la Compañía actúe como si dichos contratos fueran firmes, es claramente irresponsable.
Claro que hay que defender a Gensa, no de los boyacenses que quieren llevársela, sino de las malas decisiones administrativas. Arruinar una empresa de generación de energía solo se compara con la quiebra de una empresa petrolera y en Manizales estamos a punto de lograr tamaña osadía. Y como el camino no parece enderezarse, entonces no habrá que decidir entre Manizales y Boyacá, sino entre seguir capitalizándola o proceder a liquidarla. Depende de la capacidad que exista entre sus dueños de cohonestar con cualquiera sea la causa de este desastre – incompetencia, politiquería, corrupción, o varias de estas o todas estas-.
Por eso, al rasgarse las vestiduras al defender a Gensa es necesario precisar lo que se está defendiendo. Lo que estamos haciendo con la empresa desde Caldas en los más recientes años deja muchas dudas y nos expone, como departamento, a un escándalo nacional.