El sector privado ha aportado significativamente en el desarrollo socioeconómico del país desde muchísimos ámbitos. Además de la creación de empresas con las que han generado empleos, promovido encadenamientos productivos y ampliado la riqueza  material de sus áreas de influencia, han participado en la creación de capacidades locales y regionales para la provisión de servicios de educación, salud, entre otros.

La Universidad Autónoma, el SES Hospital Universitario de Caldas, los programas Universidad en el Campo y Universidad en tu Colegio, el ecosistema de innovación reunido en el programa Manizales Más, son algunos ejemplos de tantas iniciativas privadas  o públicas que han florecido gracias a la articulación de empresas, universidades y gobiernos, trabajando juntos para instalar capital social en los territorios.
Una impresionante experiencia de articulación entre diferentes agentes de desarrollo es el Comité Universidad Empresa Estado de Antioquia, el cual celebró sus 20 años a finales del 2023 y está convocando a la plenaria # 240 el 1de agosto. Se resalta de dichas plenarias, la continuidad pues son más de 20 años ininterrumpidos de trabajo colectivo, pero además son convocatorias abiertas y por ende la participación es masiva y son altamente representativas, pues asisten personalmente los secretarios de Desarrollo Económico del departamento y el distrito, los rectores de las universidades y los presidentes de compañías muy importantes de Medellín y Antioquia (ww.cueeantioquia.com.co).
El desarrollo de los territorios es un asunto público y para concretarse no solamente debe convocar sino también articular y  armonizar las actuaciones de los diferentes agentes sociales, económicos e institucionales alrededor de agendas de desarrollo ambiciosas y de largo plazo. Expresado en términos artísticos, no basta con buenos músicos y los más finos instrumentos como en una orquesta sinfónica, pues la partitura resulta fundamental para que se produzca la melodía.
Las perspectivas de trabajo colectivo alrededor de propósitos superiores comunes, cada vez más, forman parte del acervo de los empresarios del siglo 21 y vienen inspirando nuevas formas de liderazgo caracterizadas por un profundo sentido colaborativo, de trabajo en red, de reconocimiento de la riqueza de los pensamientos diferentes; liderazgos incluyentes, generosos, compasivos, pacíficos, ambiciosos y sobre todo, humanistas.
Esas nuevas formas de liderazgo han promovido la reconfiguración de las empresas y hoy, independiente del tamaño, desde micro hasta grandes, se habla con mucha frecuencia de empresas con propósito trascendente para referirse a aquellas inspiradas por  una clara vocación de servicio a la sociedad y volcadas a ello. Empresas exitosas que actúan convencidas de que los generosos resultados económicos son la consecuencia de dicha motivación para trabajar por el beneficio colectivo o social.

De ahí que los modelos de gestión han estado migrando hacia estándares de Responsabilidad Social Territorial (RST) que se fundamentan en la convicción de que en un mundo profundamente interconectado e interdependiente, la prosperidad y la sostenibilidad de uno depende de la prosperidad y la sostenibilidad de todos y esta se logra cuando entre todos nos disponemos a construir territorios sostenibles.
Estos entornos de trabajo colectivos surgen luego de construir confianza entre los agentes de desarrollo y para ello, la humildad, la tranquilidad, la generosidad y la disposición para construir colectivamente cada uno desde su rol, entre otras cualidades, resultan fundamentales. No es difícil, basta con grandeza y decisión.