“Los medios de comunicación solo publican cosas malas”. Esa es una queja que se ha venido generalizando y que escuché hace poco, de nuevo, en una conversación.

Impulsada por el gesto de sincera indignación de la persona que hizo el comentario y de un interés personal por analizar qué estamos haciendo mal los medios y los periodistas para alejar cada vez más a las audiencias, decidí hacer un ejercicio sencillo y sin mayores pretensiones metodológicas. Revisé los titulares de la portada de La Patria durante todos los días de junio y los clasifiqué en noticias negativas, positivas y neutras, en esta última categoría están los temas de registro o seguimiento de hechos que no son necesariamente buenos ni malos (como, por ejemplo, el anuncio del juego de una final de fútbol).

La portada de La Patria tiene, por lo general, entre 4 y 6 titulares principales cada día que sumaron 137 en junio. De esos, 54 fueron negativos, 47 positivos y 34 neutros. Es decir, entre los dos últimos suman 81. Además, en 13 de los 30 días de junio el periódico abrió con una noticia positiva. Un análisis más extenso en el tiempo, a mayor número de medios y con una metodología bien estructurada será mucho más preciso, obviamente, pero este primer ejercicio indica que la percepción no necesariamente coincide con la realidad.

Las explicaciones para esto pueden ser varias. Una de ellas tiene que ver con que lo que leemos tiene incidencia directa en lo que producen los medios. Como lo explicaba en un evento público Fernando Alonso Ramírez, editor de noticias de La Patria: Si una noticia sobre el robo de instrumentos al cantante Yeison Jiménez en un pueblo de Caldas tiene muchos más clics que una denuncia sobre una obra que amenaza en convertirse en elefante blanco, adivinen qué tipo de notas van a marcar la tendencia en la producción periodística.

Lamentablemente la necesidad de clics cuenta mucho.

Otra explicación está en el sesgo de negatividad. Como lo explica Pamela Fuller en el libro Sesgos inconscientes, el cerebro humano está particularmente condicionado para este sesgo, que hace que nos afecten muchísimo más las experiencias negativas que las positivas. Nos quedamos pegados a lo negativo y no vemos el panorama general. Eso hace que las noticias positivas se diluyan fácilmente.

Y a esto se suma que, como lo recordó hace poco Emmanuel Vargas Penagos, codirector de El Veinte, en una columna: “Las plataformas digitales amplifican sistemáticamente el odio porque genera más interacción y, por tanto, más ganancias”. Entonces si buena parte del consumo de noticias se da a través de redes sociales, la pregunta es si vamos a seguir dejándonos usar para este juego del odio que les reporta enormes ganancias a unos pocos, pero enormes pérdidas a la mayoría, que queda afectada emocionalmente (berraca), desinformada y que, a largo plazo, va perdiendo el criterio para tomar las decisiones realmente importantes.

Las audiencias somos protagonistas, no meros espectadores pasivos y por eso es importante consumir información de una manera mucho más consciente, para lo cual es indispensable la alfabetización digital.