Es sabido cómo el sr. Henry Ford empezó su trabajo como ayudante mecánico en un taller de carros, y observando llegó a crear la fuerte empresa de automóviles Ford, mejorando lo inicial. El famoso Chavo comenzó en una desconocida agrupación teatral mexicana, en la cual no era figura central, pero se propuso hacer brotar un humorismo diáfano y ya sabemos las inmensas cumbres que logró.
El Tour de Francia ratifica que de menos se puede pasar a más si hay tenacidad, aprendizaje, sentido de equipo; casi siempre el ciclista comienza siendo "gregario", acompañante, y con el tiempo llega a ser "capo" (capitán) de su equipo y hasta ser campeón. En una misma etapa, comentaba un corredor, se puede empezar lento, sin fuerza, pero a medida que avanza sube la fortaleza y logra hacer buena carrera. De todos modos creo que estamos de acuerdo en reconocer que tanto el campeón como el que ocupe el último lugar son merecedores de aplauso, felicitación y reconocimiento a su valentía.
Es que la existencia es desarrollo, vida, avance. En idioma bíblico, llámese Pascua; en contexto filosófico, dialéctica; en contexto social, revolución; en mirada económica, progreso; en sentimiento humano, afinamiento; en vitalidad espiritual, equilibrio, santidad. La vida es explosión continua de novedad, maduración, objetivos logrados, esfuerzos realizados, metas alcanzadas.
Es fundamental no olvidar esta realidad en los aspectos de la existencia; llámese matrimonio, trabajo, salud, estudio, derechos y deberes humanos; horas, días, meses, años, etapas vitales. Todo esto así mirado se reviste de un ámbito de gozo, optimismo, esperanza, amor.
El Evangelio enmarca esta escala de ascensos; basta recordar a Cristo cuando llama a unos humildes hombres: “Yo los haré pasar de pescadores de peces a pescadores de hombres". Es un despertar al ánimo de vivir, al goce de existir.