Confirmada la permanencia de Hernán Darío Herrera al frente de Once Caldas después de terminar sin nada porque los que cuentan son los títulos y los trofeos, llegó el momento de evaluar su trabajo y del grupo de jugadores para intentar no repetir, montar una estructura acorde con la historia del club y pensar en grande.

Objetivo deportivo no se cumplió ninguno. Tuvo tres torneos: en Suramericana y Copa se quedó en cuartos de final y por primera ocasión, en dos años con el Arriero, no se clasificó en Liga. Hubo alegrías parciales, millonarios ingresos para los dueños y un derrumbe en el último tramo que alerta sobre rendimiento, fallas de manejo o “cosas extrañas”.

Fue un equipo demoledor que arrolló a todos los rivales chicos que enfrentó, porque fue la constante durante el semestre. Goleó 6-0 a Patriotas, 5-2 al Chicó, 4-0 al Pasto y le hizo 7 al San Antonio Boliviano en dos encuentros. Cifras espectaculares, fueron 22 goles en 13 encuentros internacionales y Dayro goleador de la Suramericana con 10 tantos.

En contraste, nunca pudo con los grandes: perdió las tres veces que se midió con Nacional, fue goleado por Medellin, cayó ante América y Fortaleza, igualó con Junior y Bucaramanga, y solo venció a Santa Fe en Bogotá citando los semifinalistas porque, aun estando por fuera y en sus peores versiones, no pasó del empate contra Millonarios y Cali.

Capítulo aparte los sonoros triunfos, por partida doble, sobre Huracán de Argentina, y ante Independiente del Valle allá, excepciones que reafirman la regla. Cuentas “engañosas” con el agravante de que en ninguna fecha de las 20 estuvo dentro de los 8. Desde ese punto de vista fue normal no entrar a cuadrangulares, o ¿dónde estaban los méritos?

La orientación de Hernán Darío Herrera, que terminó con alto grado de desaprobación, tampoco fue la ideal: se limitó, escogió una competencia, equivocó las decisiones, protegió a algunos, prefirió a Dayro y lo hizo público, y esos hechos le pasaron factura. Fue evidente el rompimiento del vestuario después del 24 de septiembre.

El plantel, de alto vuelo, con exhibiciones maravillosas en ciertos pasajes fue irregular en su comportamiento. Destacaron James Aguirre, Mateo García, y Dayro Moreno por su letal condición anotadora. Confiable Juan David Cuesta, talentoso Luis Sánchez, brillante Mateo Zuleta desde lo técnico, y punzante Michael Barrios con cierre terrible de temporada.

Faltó consolidar la pareja de centrales, en donde todos muestran más ganas que fútbol. Se contó con un doble cinco de lujo, Mateo-Mejía, con demasiadas inconsistencias, y arriba, pese a la presencia del histórico artillero colombiano, Once Caldas careció de gol y fueron reducidas las acciones ofensivas en partidos clave.

Los refuerzos, que en los días de gloria invitaban a pensar que estaban a la par de los titulares, terminaron mal. Flojo el aporte de Deinner Quiñones y Andrés Ibarguen, y Felipe Gómez como que no estaba en la agenda del técnico. Se volvió a sufrir por la lateral izquierda y con los volantes de marca cuando no estaban los principales.

Total, el semestre se fue por la borda. Herrera lo tuvo todo y perdió hasta el crédito con la hinchada. Tiene antecedentes que avalan su continuidad, gústele o no a muchos, y cuenta con la bendición de quien manda. No la tendrá fácil, sabe y tiene como revertir la situación, el aprendizaje fue teso, que le saque provecho, de lo contrario se hundirá sin contemplaciones.

Hasta la próxima…