Es como termina, no como comienza. Ese dicho, que aplica con propiedad en el fútbol, le cabe perfectamente al Once Caldas en su versión de este semestre. Lo tuvo todo, y se quedó sin nada, más allá de una leve opción matemática que debe coincidir con la paz total en Colombia y el desarme nuclear de los potencias asiáticas.

Atrás quedaron esos exuberantes momentos antes del 24 de septiembre, fecha en la que el proyecto se vino a pique, sin barreras de protección, y a la vista de todos. Cual castillo de naipes se desplomó, y cuarenta días después se sigue indagando el por qué, dando pie a múltiples versiones de mal gusto que no se desmienten, ni deben aceptarse como reales. Entendámoslo como un bajón futbolístico, y en tal condición hay responsabilidad

compartida. El técnico no sale indemne, como Gerente de producto de la empresa falló al momento de administrar el recurso humano y los materiales. El plantel se le salió de las manos y gestionó mal las distintas fases del proceso sin que lograra evitar la debacle.

El paternalismo sano, que en ocasiones se notó como una fortaleza, se le vino encima. La compinchería con Dayro Moreno que llevó a reclamarlo públicamente para la selección, los brindis con Amarillo, los excesos en las celebraciones y la tolerancia disciplinaria, no cayeron bien en algunos de sus compañeros, que explotaron en la crisis.

Le faltó madurez al Arriero en asuntos de manejo, no puede haber preferencias. Son grupos humanos diversos, 30 personalidades distintas y dejó ver carencias en ese sentido porque en el deportivo, hasta aquella famosa noche, Once Caldas tuvo identidad, fue sólido en los planteamientos y contó con valores individuales sobresalientes.

En los últimos juegos se ha visto un onceno descompensado, sin confianza, lo que en definitiva prueba que se rompió la unidad y los efectos se trasladaron a la cancha. De una nómina competitiva, con adecuados refuerzos, ahora nada sirve, lo que no puede ser porque, a diferencia de años anteriores, se tiene un base sobre cual se debe continuar.

Hecho el daño, fracasado el semestre porque no se obtuvieron los logros, la experiencia debe dejar enseñanzas. Es tiempo de pensar en grande ante las utilidades millonarias, válidas, justas y merecidas para los dueños. La participación internacional es determinante, el año entrante no habrá, lo que de hecho representa un golpe económico y administrativo.

Está claro que los torneos de Conmebol constituyen una fuente de ingresos millonaria, muy atractiva para los inversionistas. Tiene que ser un objetivo fundamental y para ello la Liga no se puede menospreciar. Error de Herrera desde el principio, su peor pecado para mí, así que a montar una estructura para la competencia local con lo que se tiene.

De portero, Once Caldas anda muy bien, tiene un excelente lateral derecho, requiere un central de categoría y un lateral izquierdo, ojala mantenga los dos volantes de marca, los mediocampistas de segunda línea son buenos y sería interesante un delantero goleador. A partir de ahí puede incluir 4 o 5 nombres de calidad y quedaría completo.

Esta vez no hay que acabar con el tendido y empezar de nuevo, se puede prolongar con metas claras y consolidación del equipo como tal. Hernán Darío Herrera recibió el visto bueno de Jaime Pineda, que es quien manda. Si se queda, que no repita tantas incongruencias, sabe el oficio. ¡Lo tuvo todo, y se quedó sin nada!

Hasta la próxima…