A rogar todos porque esta tarde Once Caldas pase sobre Huracán y se mantenga con vida en la Copa Suramericana. De lograrlo, se acomodará dentro de los ocho mejores del torneo y rivalizará con un ecuatoriano, Independiente del Valle o Mushuc Runa, lo que, dentro de nuestro espíritu triunfalista, nos llevará a soñar de nuevo con un título continental.

Si quedase eliminado pondrá en peligro la posibilidad de volver a las citas de Conmebol del próximo año porque la vía directa es la competencia local, en la que está rezagado y cumple una mediocre campaña, acorde con el tamaño de sus propósitos en ese sentido, pues es un hecho que Hernán Darío Herrera la tiró a un segundo plano.

Por convicción, o atendiendo ordenes, se la jugó solo por lo internacional sin calcular los riesgos, ni la afectación que provoca el renunciar a la Liga, ese alimento diario del hincha que se amarga al ver a su equipo en los últimos lugares de la tabla. Una apuesta brava, sujeta a imponderables, que ojala funcione más allá de lo económico que mueve a la dirigencia.

La decisiones del Arriero son extrañas. A su discurso reiterado de que la Suramericana es prioritaria, lo acompaña una actitud censurable de indiferencia por el resto, pues como líder de grupo debe comprender que ese mensaje indirectamente crea zonas de confort que limitan compromiso, responsabilidad y competencia en sus dirigidos.

Al último encuentro contra Alianza fue por cumplir, con una nómina alterna. Remplazó a Felipe Gómez y Jefry Zapata por Yeiler Valencia y Santiago Cubides, mientras que en Manizales descansaban Michael Barrios, Luis Sánchez, Alejandro García, Mateo Zuleta, entre otros, que pudieron dar una mano sin el desgaste físico que tanto le preocupa.

Nacional, que también puso suplentes por sus obligaciones en la Libertadores, cuando estuvo en desventaja frente a Fortaleza incluyó a Edwin Cardona, Alfredo Morelos, Jorman Campuzano y Marlos Moreno y consiguió el empate. América, que hizo lo mismo que Once Caldas, perdió en Pereira y ya están crucificando a su técnico Raimondi.

Como si no quisiera competir. Herrera es demasiado prevenido, siempre habla de cansancio, descansos, poco espacio para trabajar, calendarios apretados. En Valledupar era el único renuente a que el partido siguiera superada la tempestad que obligo a la suspensión del juego, salvando un punto gracias a su portero Joan Parra.

Fue peor cuando en la segunda fecha, después de haberle ganado 0-3 al San Antonio en Bolivia, dispuso de un plantel suplente contra Fortaleza, con el que cayó 2-1. En esa ocasión llevó siete emergentes, no los nueve que autoriza el reglamento con los sub-20 porque ahí los incluyó, y solo hizo tres variantes al no contar con otras soluciones en el banco.

Dos salidas en las que el balance debió ser superior y no tendrían al Once Caldas en la incómoda posición que ostenta, resultados que tarde o temprano le pasarán factura. Al momento son tres puntos de 18, que obligan en adelante a elevar el producido al 64% para alcanzar los 30 que se supone dan clasificación.

Por ahora, para que el semestre no se vaya en blanco y el Arriero respire tranquilo y justifique su posición, que Once Caldas luzca hoy jerarquía y un traje con coraza para hace valer el 1-0 del Palogrande ante el Huracán argentino que contará con el respaldo de su gente y el peso de la historia que representan estos torneos para ese país.

Hasta la próxima...