Apenas cinco fechas de Liga, cuatro para Once Caldas que tiene aplazado el partido contra Bucaramanga de la tercera, y el técnico Hernán Darío Herrera ya está en problemas por falta de resultados. Su equipo, incluido el torneo anterior completó 10 jornadas sin victorias y es penúltimo en la tabla de posiciones con un punto de 12.
Sigue, además, sin ganarle a los grandes, mantiene la tónica de jugar bien solo un tiempo y su trabajo en defensa es frágil con 9 goles recibidos en 4 partidos. Todos esos indicadores comprometen su gestión, de la que se siente seguro, pues en cada rueda de prensa señala que tiene como reparar y que cuenta con el espacio suficiente para hacerlo.
Mientras que en Suramericana ya está metido dentro de los 16 mejores del continente, y en Copa Betplay tiene el cupo prácticamente listo para octavos tras el 6-0 sobre la sub-20 de Patriotas, el saldo en Liga es rojo. El costo de dejar las cosas para mañana; se recuerda esa pésima decisión de llevar la B y una suplencia con niños frente a Fortaleza.
Hay plantel, se tiene nómina y esos números no van de la mano con lo que se puede obtener. Aparte del desinterés con el que se atendió el comienzo del torneo, es necesario recomponer. La defensa, por ejemplo, perdió brillantez: Cardona-Riquett no parecen la pareja ideal y se siente la baja de Malagón, quien era el acompañante del manizaleño.
Nacional convirtió tres goles y de a dos Fortaleza, Junior y Pereira, demasiados para un zaga que era sólida. Sorprende que se flaqueé en lo que ya existía cuando se presumen soluciones en puestos débiles por el potencial adquirido con los refuerzos y lo que aportan los Sánchez, Gómez, Quiñones, Ibarguen y compañía.
Se perdió el clásico con Pereira, el que tanto duele al hincha, porque fue incapaz Once Caldas de sostener el ritmo. De dominador con posesión de pelota en la primera etapa pasó a ser controlado por un rival envalentonado, más que por sus propias energías, gracias a las ventajas que se le otorgaron con las variantes.
La salida de Luis Sánchez al minuto 52 fue determinante porque Alejandro García no asumió ese rol protagónico y los otros relevos ofensivos, Felipe Gómez y Deinner Quiñones, tampoco alcanzaron el producido de Mateo Zuleta y Michael Barrios, piezas clave por la profundidad, manejo y participación que tuvieron.
Jugaron Robert Mejía y Mateo García, ambos de buen pie, con desdoblamiento y creatividad. Con ellos, y los nueve de segunda línea inscritos, tiene Once Caldas como montar un mediocampo de lujo. Para aquellos que reclaman más marca, con Iván Rojas en el campo llegó la victoria matecaña.
Es normal que la ausencia de triunfos enrarezca el ambiente, más en un medio como el nuestro en el que, extrañamente, a un técnico como Hernán Darío Herrera se le desacredita no obstante sus tres clasificaciones consecutivas y sus logros en Copa, cuestionamientos que, por fortuna no trascienden porque hay convicción en la propuesta y sus ejecutantes.
Se hace urgente despegar, no vaya a ser que se haga tarde. Con mesura, respeto por el trabajo y exigencias al cuerpo técnico para que superen esos índices señalados al comienzo que afean la temporada y para que pongan al Once Caldas en la ruta que se merece, esa misma que da para soñar en Suramericana porque la verdad, tiene con qué llegar más alto.
Hasta la próxima...