El equipo que durante el semestre derrotó a Once Caldas las tres veces que lo enfrentó, dos de ellas en Palogrande, que entró sexto a los cuadrangulares con igual puntaje que el blanco (33), calificado como el comodín del grupo y que tuvo tres técnicos a lo largo de la competencia, es hoy el flamante rey del fútbol colombiano.
Santa Fe, primer campeón de Liga por allá en el lejano 1948 alcanzó su décima estrella, misma cantidad de Junior y Cali en ese mosaico que encabezan Nacional 18, Millonarios 16 y América 15. Luego aparece el DIM con 6 y octavo es Once Caldas con cuatro, la última con Juan Carlos Osorio en diciembre de 2010, es decir, hace tres lustros.
Hace un año, con Pablo Peirano en la raya, Santa Fe perdió la final por penaltis ante Bucaramanga en el Campín. En la campaña siguiente fue el mejor conjunto de la fase regular con 37 unidades, pero se desinfló en semifinales logrando un solo punto, lo que produjo desencanto entre su hinchada y cierto malestar con el uruguayo.
Peirano se fue esta temporada tras quedar eliminado en copa libertadores no obstante su buena labor, siendo remplazado por Francisco López, uno de los colaboradores del plantel, de brillante desempeño con 5 triunfos y una derrota en siete juegos hasta que fue sustituido ante el asombro e incredulidad de la afición y un sector de la prensa capitalina.
Llegó Jorge Bava, con pasado en Colombia como arquero del Bucaramanga en 2016. Aunque al comienzo tuvo crisis de resultados, sus números posteriores lo llevaron al título que prácticamente edificó en condición de visitante, donde bordó la corona este domingo en Medellín. Dirigió 16 encuentros con 8 victorias, 3 empates y 5 caídas.
El caso es parecido al del mexicano Efraín Juárez, quien trabajó de agosto a diciembre y sacó campeón de Liga y Copa Colombia a Nacional en 2024. Bava solo requirió de noventa días para consagrarse con los cardenales. También Rafael Dudamel, en apenas seis meses cosió la primera estrella en el escudo del Bucaramanga. ¿Dónde quedan los procesos?
Hernán Darío Herrera lleva tres torneos cortos en Once Caldas, clasificando, sin meterse a la final. Es el entrenador con mayor permanencia entre los clubes de Dimayor. Le ha faltado nómina, se sabe, pero en un fútbol como el nuestro cualquiera puede imponerse. Es un llamado para fortalecer esos factores adicionales que conducen al éxito.
En un comparativo, pilares fundamentales en Santa Fe fueron Mosquera Marmolejo, Omar Frasica y Hugo Rodallega. Once Caldas los tuvo en James Aguirre, Mateo García y Dayro Moreno. ¡Qué fallo! dice Rubén Blades. Lo cierto es que potenciar una plantilla y gestionarla adecuadamente pueden resultar suficientes en la Liga Colombiana.
Por supuesto que un grupo de futbolistas competitivos en calidad y cantidad marcan la diferencia para evitar disculpas reales como el desgaste físico, que fue lo que pasó en Once Caldas. Los torneos son semestrales, hay que rendir a tope hasta el último juego y contar con las opciones necesarias. Pensar, y obrar en grande, es empezar ganando.
En el mercado nacional, a mitad de año, es complicado encontrar alternativas. Los nombres de Luis Sánchez (me gusta), Efraín Navarro, Kevin Tamayo, ya confirmados, no calan mucho dentro del público. De ese talante, mínimo, seis más porque definitivamente no son soluciones efectivas. Si se concretan Ómar Albornoz, Faber Gil, Andrés Arroyo, Daniel Arcila, puede ser a otro precio.
Hasta la próxima...