Once Caldas es el vergonzoso colero de la Liga. Después de golear con suficiencia 0-3 al San Antonio en Bolivia cortando racha de 10 partidos sin victorias y acallando críticas, el técnico Hernán Darío Herrera, en un acto de soberbia o de ingenuidad, desaprovechó la cosecha y volvió a perder a consecuencia de sus decisiones.

Devolvió el equipo principal de Bogotá y con suplentes, incluidos algunos niños, montó el choque contra Fortaleza, la nueva "bestia negra". ¿Exceso de confianza o menosprecio del rival? Tras el juego le restó importancia a la Liga, en la que ya había cedido los puntos ante Nacional, señalando que por ahora sólo piensa en la Copa.

Ilógico poner a descansar el plantel en un momento sin resultados -4 caídas consecutivas, dos por semifinales y las dos de este semestre- y con el torneo apenas despegando. No se puede negar, el ambiente está pesado, 'dar papaya' es un error y avivar el fuego en su contra no tiene sentido. Al público le interesa, y mucho, el campeonato local.

Herrera, que tanto se queja de los calendarios apretados y la necesidad de adaptación de los nuevos, puso en Techo jugadores con pocas sesiones de trabajo, con regular condición física y sin respaldo en el banco. Por eso al final, pese a la expulsión de un contrario y de echársele encima al rival, fue incapaz de empatar, por agotamiento de piernas y falta de relevos.

Ahora que el reglamento permite 9 suplentes en plantilla, Once Caldas inscribió 7, cuatro juveniles: Hian Rincón, Junior Orobio, Tomás García y Yeiler Valencia. Los otros eran Jefry Zapata y Luis Palacios, quienes nunca han dado soluciones. Y en Manizales, viendo el partido por televisión, Mateo Zuleta, Alejandro García y Michael Barrios, entre otros.

Hay que ser competentes, sin temores. El semestre pasado lo había hecho, le regaló los puntos a Alianza FC poniendo los suplentes. Esta vez quedó la sensación de que, con otras alternativas, tenía cómo ganarle a un Fortaleza débil que castigó dos fallos, uno individual y otro de marca, y luego se encerró. Equivocaciones que se pagan caro.

Respetable el pensamiento de que la Copa es prioritaria, pero desprestigiar la Liga es un absurdo y el contundente 0-3 de Cochabamba daba para prestar más atención al duelo en Bogotá. ¿Dónde queda, entonces, la confianza en el proyecto? Sinceramente, algo

extraordinario tendría que pasar para que los bolivianos lo eliminen este miércoles.

Por posesión, propuesta y juego, Once Caldas fue superior a Fortaleza. El agarrón en el área de Juan Camilo García fue de una inocencia sublime, pero exagerado sacarlo de inmediato.

Lo expuso, lo señaló, lo culpó sin considerar el ser humano, en un deporte susceptible de que estas cosas sucedan. El segundo gol fue infame, se lo comió toda la defensa.

La ventaja numérica del segundo tiempo se quedó en el control de la pelota, nada más, porque fue improductivo frente a un equipo recogido, sin ninguna intención ofensiva y con un arquero nervioso. Las ventanas de los cambios se utilizaron con tres jugadores porque la suplencia fue mal escogida. Faltó gente que no citó el Arriero por sobrador.

Jugó Mateo García, lo que supone permanencia. Lo mismo deben hacer con Robert Mejía, se le necesita. Luis Gómez y Deinner Quiñones terminaron agotados, pero son capaces técnicamente. Efraín Navarro sufrió, lo desbordaron con facilidad, mejor Kevin Tamayo por  la izquierda y Kevin Cuesta cumplió. Hay materia prima para trabajar, se requieren decisiones acertadas.

Hasta la próxima...

 

Mario César Otálvaro