Cualquier aficionado local pensó, el sábado con motivo de la final Mineiro-Lanús por Copa Sudamericana, que ahí debió estar Once Caldas. Ilusionó tanto con su fútbol y resultados que muchos se la creyeron, empezando por el técnico Hernán Darío Herrera, quien montó la enjalma sin tener el caballo y reaccionó tarde frente a la adversidad.
La terminó ganando el chico por penaltis después de un 0-0 discreto. Los brasileños, urgidos del título para entrar en la libertadores 2026 y salvar el pésimo año deportivo, no pudieron pese a sus figuras, experiencia internacional y presupuesto exorbitante, quedando relegados por la entrega y la concentración del club argentino de perfil bajo.
En lo personal me aparto de quienes creen que llegar a cuartos de final fue un gran logro. El único reconocimiento real lo alcanzó Dayro Moreno, máximo artillero con 10 tantos, uno menos que el goleador histórico del torneo, el chileno Eduardo Vargas con 11 en 2011. Dayro, 7 veces botín de oro en Colombia, manifestó que pudo haber hecho más.
Fue mucho el daño que causó aquella eliminación del 24 de septiembre, con huellas que no se borran e incógnitas sin respuesta que dieron pie a una serie de situaciones incómodas que afectaron la vida interna del Once Caldas y que, de alguna manera condicionaron el mañana sobre el cual se trabaja ahora también con incertidumbre.
Según el Arriero, están en la búsqueda de un zaguero central, un lateral izquierdo, un volante de marca, otro ofensivo, y un delantero. Los primeros dados de baja fueron Jerson Malagón, quien señaló inconvenientes de relación con su jefe inmediato, Juan Camilo García, Juan Carlos Díaz, Santiago Mera y Santiago Cubides, obvio, por bajo rendimiento.
Se desconoce el futuro de James Aguirre; estando cerca la continuidad de Dayro Moreno, Michael Barrios y Jéider Riquett (109 años entre los tres). Como ha sido costumbre, y ante la escasa información oficial se incrementan las especulaciones y ya van por lo menos 10 supuestos refuerzos, incluyendo el atacante boliviano Roler Fellufino.
Versiones que uno espera no sean ciertas, pues después del fracaso de Hugo Dorrego y Gilbert Álvarez al Once Caldas no le pueden meter más goles los empresarios. No funcionan los futbolistas de ese país, ni siquiera Luis Haquín con Cali, un defensor de la selección. Salvo contadas excepciones, caso aparte los arqueros, los extranjeros son un fiasco.
Alguien dirá que los goleadores son Fydriszewski y Pons. Si, pero analicen otras incorporaciones: Fernando Mimbacas, Guzmán Corujo (Cali), Bruno Savio, Santiago Giordana (Millonarios), Marcelo Meli, Joaquín Sosa (Santa Fe), Santiago Silva (América), Lucas Monzón (Junior) o Bruno Larregui (Tolima) para solo citar de los conjuntos poderosos.
Además la aversión de Herrera con los foráneos ha sido notoria, y visible el fracaso de los últimos que han llegado: Stalin Valencia, Ezequiel Mastrolía, Nahuel Gallardo, Billy Arce, Jorge Méndez, Yohan Cumana, Alejandro Barbaro, Antonio Romero, Jhony Galli, Uvaldo Luna, etc. Basta de mediocridad, armarse bien es el primer paso hacia la excelencia.
Hubo enseñanzas, y aprender de lo vivido es una lección con sabiduría. Que la dirigencia aproveche los rendimientos financieros y en lo deportivo se arme un plantel fortalecido con hombres que se acomoden al proyecto del técnico, bien elegidos, y que haya ambición ganadora, sin límites impuestos por la soberbia, en pos de un Once Caldas con jerarquía.
Hasta la próxima…