Empocaldas S.A. E.S.P., la empresa responsable de prestar los servicios de acueducto y alcantarillado en 20 de los 27 municipios del departamento de Caldas, atraviesa un momento crítico que no puede seguir siendo ignorado, esta entidad constituida con capital público tiene el mandato legal de garantizar el acceso a agua de calidad conforme a lo estipulado en la Ley 142 de 1994, conocida como la norma de los servicios públicos.

El acceso al agua potable y al saneamiento básico es un derecho fundamental y cuando este se debilita, como está ocurriendo en algunas poblaciones caldenses, se abre la puerta a conflictos sociales y al deterioro general en las condiciones de vida; desafortunadamente Empocaldas se está convirtiendo en motivo de malestar generalizado por las interrupciones constantes del servicio, la obsolescencia de la infraestructura, la mala atención a los usuarios, entre otros aspectos.

En La Dorada, las quejas por los cortes recurrentes en varios barrios han generado una emergencia social, tanto así que el Concejo Municipal solicitó la intervención del gobernador para facilitar la compra de la empresa por parte de la Alcaldía, ante lo que consideran una administración que castiga a la ciudadanía; solo después de esta presión pública, se anunció una inversión para tratar de solucionar el problema, como siempre, la promesa llegó después de la crisis, ahora el reto será cumplirla.

Marmato vive una realidad igual de alarmante, sectores como El Llano, Guayabito, El Seis y El Colombiano padecen constantemente la falta de agua, lo que ha obligado a la comunidad a organizarse y levantar su voz ante una empresa que parece tener oídos sordos, las acciones colectivas, los plantones y la intervención de la Personería son reflejo de una ciudadanía agotada.

En Salamina, el panorama es igualmente precario. Las bajas presiones en el sistema han obligado a los Bomberos a surtir a la población mediante carros cisterna, además que los racionamientos en Marmato y Riosucio durante la temporada seca se han vuelto costumbre, y en municipios como Chinchiná, Palestina y Belalcázar el malestar crece por los cortes constantes y la falta de soluciones estructurales. En Supía, además de la interrupción del servicio sin previo aviso, los ciudadanos denuncian una atención deficiente en las oficinas de la empresa, lo que ha llevado a movilizaciones sociales y a la propuesta de crear una empresa propia. Este mismo escenario se repite en Viterbo y Aguadas, donde las quejas se acumulan sin que exista una respuesta clara ni eficaz, mientras que en Anserma reclaman por obras inconclusas.

Empocaldas no puede continuar en esta misma condición, en el que su mala hora es evidente, y lo peor es que afecta a miles de personas que pagan por un servicio esencial, es el momento de que quienes dirigen esta empresa dejen de pensar en cuotas políticas, viajes y burocracia, asumiendo con seriedad el compromiso de garantizar agua potable y saneamiento digno para todos.

Empocaldas tiene todo para ser una empresa de servicios públicos líder en el país, por ello, su administración debe, con carácter urgente, recomponer su rumbo.