Recientemente se conocieron los resultados del Índice Departamental de Competitividad 2025, elaborado por la Universidad del Rosario y el Consejo Privado de Competitividad, el cual se publica desde el año 2013, siendo una herramienta que analiza 98 indicadores agrupados en 13 pilares, constituyéndose en una radiografía precisa de las brechas regionales, los retos estructurales y los avances en materia de desarrollo económico en Colombia.
En esta edición, Caldas ocupó el séptimo lugar entre los 33 territorios evaluados (32 departamentos y Bogotá), aunque este posicionamiento es relativamente positivo, el verdadero valor del informe va más allá del ranking, invita a revisar en profundidad los sectores evaluados, identificar fortalezas y, sobre todo, transformar debilidades con políticas públicas efectivas.
Entre los pilares mejor calificados para Caldas destacan la innovación, la adopción de tecnologías de la información, la educación superior y formación para el trabajo, estos resultados son muestra de esfuerzos institucionales que han generado impactos positivos, no obstante, el informe también lanza alertas urgentes.
El caso más preocupante es el pilar de Sostenibilidad Ambiental, donde Caldas se ubicó en la posición 28, una de las más bajas a nivel nacional, llamando la atención en la necesidad de impulsar negocios verdes y promover la transición energética.
Esta información contrasta profundamente con los discursos y estrategias adoptadas en el departamento en los últimos años, basta recordar que en el 2020, como parte de las promesas de campaña, se creó la Secretaría del Medio Ambiente, con la intención de liderar la sostenibilidad territorial; sin embargo, esta dependencia ha mostrado una baja capacidad de impacto, especialmente en áreas como la gestión del riesgo de desastres y la gestión ambiental.
Además del tema ambiental, se evidencian deficiencias en la gestión fiscal ocupando el lugar 20, situación que debe examinarse cuidadosamente, dado que nos alerta del manejo de las finanzas públicas y de la gestión de recursos y la gestión de regalías (en el que Caldas ocupa el lugar 11 y 19, respectivamente).
El Índice Departamental de Competitividad revela retos persistentes en educación básica y media, entorno para hacer negocios y acceso al sistema financiero, aspectos fundamentales para el desarrollo empresarial. En el contexto de una economía nacional en crisis, estos desafíos adquieren mayor importancia y deben llevar a las entidades territoriales a generar esfuerzos en el fortalecimiento del sector productivo local.
Es momento de exigir una estrategia clara de dinamización económica a la Gobernación de Caldas, sectores clave como el agropecuario y el turismo carecen de proyectos estructurales que impulsen su transformación productiva, sumándose el deterioro de las vías rurales, que limita la competitividad de nuestros campesinos y sus posibilidades de acceder a la productividad.
El Índice Departamental de Competitividad debe ser una herramienta para la acción y no solo para la presentación de informes, la Gobernación y las alcaldías están llamadas a actuar con visión estratégica, enfoque territorial y agilidad institucional, apostándole a la infraestructura, al fortalecimiento empresarial, a la articulación público-privada y, sobre todo, a una sostenibilidad ambiental con acciones transformadoras.