Colombia necesita con urgencia una reforma educativa en los niveles de básica y media. El Gobierno nacional se comprometió a sacarla adelante, pero hasta la fecha ni siquiera existe un borrador serio que sirva como base para el debate. Esto refleja no solo falta de planificación, sino también una preocupante ausencia de voluntad política real.
La última gran reforma curricular que tuvo el país se remonta a finales del siglo XX. Desde entonces, el mundo ha cambiado profundamente. Las necesidades del siglo XXI, los nuevos contextos sociales, económicos y tecnológicos, y las características de las generaciones actuales exigen un sistema educativo renovado, pertinente y conectado con una realidad cara vez más desafiante.
Desde mi rol como Concejal, he planteado en reiteradas ocasiones, ante dos administraciones municipales distintas, que Manizales debería asumir el liderazgo de su propia reforma educativa, adaptada a las necesidades del territorio.
Manizales tiene todo lo necesario para emprender una reforma educativa de alto nivel. Empecemos por lo más importante: El capital humano calificado, pues contamos con expertos, investigadores y doctores en educación, muchos de ellos vinculados a nuestras universidades. Segundo, un ecosistema del conocimiento robusto, universidades, centros de innovación, laboratorios pedagógicos y entidades que ya trabajan por la educación. Tercero, una identidad educativa clara. Nos hemos consolidado como un territorio educador, y eso no es solo un eslogan. Cuarto, existe un compromiso genuino de docentes, directivos, familias y comunidad para transformar la educación. Además, existen experiencias exitosas innovadores que podrían servir como base o inspiración para una nueva visión curricular.
En ese sentido y como muestra del alcance que podemos tener como sociedad articulada en favor de la educación, esta semana en Manizales se dio inicio a la implementación del primer modelo de Naciones Unidas (modelo ONU) de instituciones educativas públicas de la ciudad, fruto de un año de planeación y de una suma de esfuerzos. Aproximadamente 500 estudiantes, procedentes de zonas urbanas y rurales de nuestro territorio, están siendo impactados por esta iniciativa que marca un primer paso hacia la transformación. Aunque aún es temprano para evaluar su alcance total, demuestra que la ciudad tiene capacidad técnica, organizativa y pedagógica para emprender cambios de fondo.
El objetivo de este proyecto es integrar la metodología del modelo ONU como una estrategia pedagógica transversal para fortalecer la formación ciudadana, las habilidades socioemocionales y el pensamiento crítico en la educación básica y media de la ciudad.
Por tal razón y como resultado de este proceso, algunos profesores y universidades dejaremos los lineamientos de una política pública para la promoción de dispositivos educativos innovadores basados en metodologías de simulación. Esto debido a que existe una desconexión entre la educación formal y las competencias necesarias para la ciudadanía activa en un mundo globalizado, tales como el proceso de pensamiento crítico, resolución de problemas complejos y diálogo intercultural.
Implementar estos lineamientos transformaría el Modelo ONU de una actividad extracurricular a una política pública democratizadora y de calidad, con impactos prolongados en el tiempo. El municipio pasaría a invertir en formar a la próxima generación de líderes con las herramientas necesarias para entender y mejorar el mundo complejo en el que vivimos, desde lo local hasta lo global.
La educación no puede seguir esperando. Manizales tiene la gente, los recursos intelectuales y la voluntad de muchos sectores para liderar una reforma que responda a los desafíos del presente y del futuro. Solo falta que nos atrevamos a dar el paso, articularnos, planear con visión y trabajar unidos. La educación de nuestra niñez y juventud no puede depender eternamente de la lentitud de los gobiernos centrales.