La pregunta que se hacen los colombianos diariamente se refiere a la exigencia y respeto de sus derechos y la obligatoriedad, muchas veces ignorada, de sus deberes constitucionales.

Ahora se enuncian problemas de diferente índole a los que están sometidos quienes habitan en Colombia con respecto a los servicios de salud que se ofrecen en todo el territorio.

Cada día aparecen millones de denuncias por la mala atención, unas se enuncian públicamente, otras llegan hasta los estrados judiciales, otras se extienden solo al entorno familiar, otras se quedan en simples comentarios y otras se sufren en soledad.

No puede aseverarse y, por ende, no debe creerse que las dificultades de la atención en la salud vienen desde hace pocos años. Desde la existencia de la sociedad colombiana se identifican las dificultades que afrontan quienes pretenden recuperar su bienestar. Se reconocen falencias de más de 200 años.

La historia general y especialmente la particular de cada sitio, tienen evidencias sobre lo que ha significado la atención, recuperación, rehabilitación y prevención, para cada colombiano.

Desde la simple consulta y la hospitalización, no siempre disponibles, se ha pasado a la complejidad innegable y sentida de la atención en salud. Del médico y ocasionalmente la enfermera o de quienes hacían sus veces con vocación de servicio, se ha llegado a una amplia diversidad de personas dedicadas a la atención de salud.

Antes se pretendía que las dificultades sólo eran físicas. Poco a poco se identificó la importancia de la salud mental. Hoy, están interrelacionadas estrechamente ambas esferas, aunque la persona no tenga plena conciencia de ello. Ayer solo era la persona, hoy es el universo.

La pregunta esencial ante sucesos en el país, es: ¿Qué se espera de los servicios de salud? Muchas respuestas pueden darse. Tres son la esencia de ellas: cobertura, oportunidad y calidad, en un orden que debe comenzar asegurando siempre su atención sin importar donde se encuentre y según los recursos existentes, debidamente acondicionados a las necesidades de la población y gradualmente ofrecidos. Llegar a tener todo en todas partes es por ahora imposible.

En medio de tantas incógnitas: ¿Cuál será el mejor sistema de salud para todos los colombianos? La respuesta abre un abanico de posibilidades, pero se debe comenzar por esgrimir la responsabilidad constitucional e indelegable del Estado. Partiendo de esta base se debe buscar lo mejor para todos, en todo tiempo y lugar.

Aparece entre las probabilidades la adopción de un seguro social unificado que sea un ente autónomo universal y autosuficiente, con el apoyo imprescindible del Estado y de cada ciudadano, según la ley laboral y el derecho a vivir protegido.

El país no sabe lo que perdió con la ausencia del Seguro Social. No identificó los mecanismos para rehacerlo y terminó con la promulgación de la Ley 100, con un importante contenido social, pero con falencias administrativas y entre ellas la parte financiera que ha sido una debacle.

El ejemplo de los seguros sociales como deben ser, es una imagen que debe seguirse.