Aunque todo ser humano tiene derecho a expresarse directamente o por otros medios que le sean permitidos, lo cual depende de circunstancias y de distintos entornos, que le ofrecen oportunidades de hacer llegar su pensamiento por intermedio de su voz, escritura o imagen, la expresión emitida puede ser autónoma o inducida, de cualquier manera, es responsable por lo dicho u omitido.

La libertad de expresión se correlaciona con infinidad de variables que promueven la intención de difundir lo que se piensa, porque si se queda al interior de su ser, nadie es capaz de limitar sus pensamientos siempre y cuando no esté siendo ultrajado en su dignidad humana, que le impide pensar por factores agresivos externos que van lesionando su propia identidad, restringiendo la integridad de su ser.

Cuando las palabras o frases son emitidas, siempre tienen un objetivo; de lo contrario es verborrea insulsa, y a veces peligrosa, sin la identidad propia de las personas que tienen una psiquis funcional completa.

Recientemente el presidente de Colombia expresó verbalmente sus opiniones sobre la actividad de los médicos en el país. Lo que diga él merece respeto, pero debe ser controvertido, en este y otros temas que ha abordado.

Nada de lo que exprese el presidente tiene el sello de lo infalible porque no está libre de expresar ideas erróneas, propias o ajenas, que lo pueden llevar a asumir conductas en contra de la Constitución y las leyes, que él se comprometió a respetar.

El presidente, por ser presidente y no por otro oficio, debe atenerse a la verdad, representada en hechos verídicos y confrontados. Podría expresar opiniones, atribuibles a infinidad de hechos, priorizando su función en bien de todos. Debe estar lejos de sus antojos, sin demoler injustamente.

Ningún gremio del país está libre de procederes indebidos tanto de la agremiación como de sus asociados. Tampoco están exentos de análisis de los ciudadanos y sus organismos.

Los médicos, no están libres de actuar en contra de los principios de la Medicina que se obligaron a cumplir mediante voto. Los médicos provienen de la sociedad y están insertados indisolublemente en ella. De tal manera, que los médicos tienen todos los privilegios que les conceden sus núcleos sociales.

Al médico, adherido y dependiente firmemente de su vocación, se le puede juzgar bajo diferentes ángulos, por distintos mecanismos, si incumple con los mandatos que tutelan su profesión. El médico es un ser que tiene una distinta manera de ser y es formado mediante especiales estrategias. Como persona no es superior a otros; pero su profesión lo distingue, así como a todos los profesionales en sus respectivas disciplinas.

Las falencias deben ser analizadas. Los resultados de los estudios deben ser sometidos a las autoridades académicas: administrativas, jurídicas y las propias del gremio.

Si la sociedad requiere médicos, cierto, en todas partes del país, el Estado y las instituciones deberán proveer todos los recursos para un ejercicio digno.